Obama-Van Jones/foto earth first
El martes 10 ha sido confirmada la noticia que desde el pasado viernes rondaba en la Web: el presidente Barack Obama ha nombrado al nuevo Consejero Especial para empleos verdes, empresa e innovación en su país. ¿Quién es Van Jones?
Jones (Tennessee, 1968) es el fundador y director de la organización ‘Green For All’ e investigador del Centro para el Progreso Americano. Abogado de la universidad Yale y héroe ambiental 2008 de la revista Time, entre otras distinciones. Es cofundador del centro pro-derechos humanos Ella Baker y de ‘Color Of Change’, institución creada a raíz del desastre del huracán Katrina y que trabaja, en línea, en favor de causas relacionadas con la comunidad afroestadounidense.
Carismático, inteligente, activista, Jones es un símbolo del ambientalismo de cara a la segunda década del siglo XXI, que supera la ‘eco-moda’ y lo convierte en un auténtico referente económico, social, político y de estilo de vida. Desde Green For all, Jones ha promovido intensamente la reconversión verde de los Estados Unidos para que incluya y beneficie los sectores más desfavorecidos de la población. Su voz tiene eco entre grupos de jóvenes que se sienten marginados en las grandes ciudades, por ejemplo, pero igualmente entre otros grupos que están tomando consciencia de que la preocupación por el medioambiente no se limita a separar el vidrio del plástico, comprar una bombilla ahorradora y algunos productos bio. Uno de los objetivos del movimiento de Jones es precisamente demostrar que el trabajo verde puede traspasar fronteras de raza, clase social, ideología política (sus ideas interesan también a algunos conservadores moderados) y hasta ideología religiosa: el pasado 16 de febrero, cautivó a una diversa audiencia en la Catedral de Los Ángeles, diciéndole que era hora de romper la dicotomía religión-ecología impuesta por grupos de derecha cristiana que tuvieron mayor poder durante el pasado gobierno, y aunar la responsabilidad medioambiental a la fe personal.
Uno de los propósitos de la administración Obama es vincular ciencia, estrategia política, plan de reactivación económica y acción medioambiental en un programa coherente. Todavía quedarán asuntos por clarificar al respecto pero el nombramiento de Jones da una medida del compromiso. Él trae consigo no sólo las ideas sino también la experiencia del trabajo en redes sociales ‘físicas’ y virtuales, algo que es bastante conocido en la Casa Blanca de hoy, desde la campaña que llevó hasta allí al actual presidente.
Van Jones es también autor del libro ‘The Green Collar Economy’ (La economía de cuello verde), que ha recibido muy buenas críticas (y resultados de ventas). Él defiende la idea de renovar la economía de los Estados Unidos optando por fuentes alternativas de energía, desarrollos urbanos mejor planeados, la innovación en sectores que van desde los paneles solares en viviendas hasta sofisticadas empresas dedicadas a investigar y producir ‘clean tech’, tecnología limpia. Esto tendrá efectos en el clima, y en los índices de pobreza y riqueza.
Negocios estatales y privados exitosos que sean responsables y consecuentes con las necesidades del segundo país con más emisiones de CO2 y con las del planeta: algo que, al parecer, es inconcebible para el presidente de la República Checa, y de la Unión Europea durante este semestre, Václav Klaus. El pasado viernes 6, durante su intervención en el exclusivo foro ECO:nomics, organizado por el periódico The Wall Street Journal en California, el señor Klaus (conocido escéptico del cambio climático) afirmó que «las regulaciones medioambientales son una amenaza para la libertad humana».
Klaus ha sido también conferencista principal en el segundo congreso del Instituto Heartland, que empezó el pasado domingo en Nueva York, con el tema ‘Calentamiento global – ¿Acaso fue realmente una crisis?’ y con el propósito de atacar a quienes el Instituto llama «alarmistas del cambio climático», como Albert Gore o el científico James Hansen.
El trabajo de Van Jones, unido al de otras personas e instituciones en todo el mundo, demuestra que los derechos individuales tan preciados no son incompatibles con el ambientalismo, especialmente el de versión 2.0 que tanta vitalidad tiene hoy en las en las calles y en la Red.
Lina María Aguirre
Fuente: La Vanguardia/España