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El autor plantea que más allá de los beneficios que trae generar energía a partir de la biomasa, se debe destacar el trabajo que se viene haciendo en conjunto entre el sector público y privado.Foto: Biowatt, una empresa de Pergamino, produce biogás partir de ensilado de maíz.
La reciente licitación para las energías renovables, RenovAr Ronda 2, ha sido un resonante éxito en lo que hace a los proyectos para la utilización de biomasa, significando mayor valor agregado y competitividad.
Los 37 proyectos de biogás y biomasa seca adjudicados, con una potencia total de 165MW, son un avance significativo no solo en número de proyectos y potencial energético, sino porque también remarcan el salto en competitividad que este tipo de energías, una de las más abundantes en nuestro país, produjo en los últimos años.
Buenas noticias, sin duda, pero más allá de lo cuantitativo hay otros aspectos, quizás más importantes en esta época de transformaciones.
Estos resultados son un claro ejemplo del valor de la persistencia de las políticas públicas, y la cooperación público-privada, como la que existe entre los ministerios de Agroindustria, y el de Energía y Minería, con el sector privado, apuntado a modernizar y hacer más eficiente nuestra matriz energética, a través de una mayor participación de la bioenergía hoy y en el futuro cercano.
La clave está en la acción coordinada y sinérgica, en pos del logro de un objetivo compartido, que comenzó con el establecimiento de las Mesas de utilización de Biomasa Seca y Biogás, como espacios de diálogo y participación.
Y marcó un camino de enriquecimiento mutuo y aprendizaje, que hoy se manifiesta en un robusto y dinámico proceso de desarrollo de nuevos proyectos de generación de energía a través de la biomasa.
El resultado fueron opciones para la mejora de la competitividad de los sectores vinculados a la producción y uso sostenible de la bioenergía, lo cual ha sido determinante para que el sector privado pueda transformar estos proyectos productivos en un negocio rentable.
En esto ha jugado un papel importante el proyecto PROBIOMASA en donde ambas carteras, junto con FAO, vienen trabajando en promover el aprovechamiento energético de la biomasa disponible.
Más allá de la importante contribución que estos proyectos harán a la resolución de la crisis energética que ha limitado el potencial productivo de nuestro país en la última década, está el valor que este tipo de energías aporta a un futuro sendero de desarrollo más equitativos y sostenibles.
Esta adjudicación conjuntamente con la aprobación de la Ley de energía distribuida, permite empezar a soñar para nuestro país un mapa socioeconómico más balanceado desde el punto de vista territorial.
Sin acceso confiable a la energía no hay desarrollo y estos nuevos proyectos mejorarán significativamente esta condición, y así las oportunidades de generar valor agregado y nuevas fuentes de trabajo en varias producciones primarias de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Chaco, Corrientes, Formosa, Misiones, Tucumán y San Luis.
Esto además de lo que avanzar en el uso de las bioenergías significa desde el punto de vista ambiental.
En este caso, las últimas estadísticas de la Organización Meteorológica Mundial de la ONU, dan cuenta que las concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera aumentaron a una velocidad récord en 2016 y alcanzaron el nivel más alto de la historia, lo cual resalta aún más la necesidad de caminos alternativos del “business as usual”.
Las bioenergías no son, quizás, toda la solución al problema, pero si un componente indispensable de una nueva visión que apunte no solo a contribuir a la solución de los desafíos globales, sino también aportar de manera relevante a los objetivos de desarrollo territorial, generación de empleo y reducción de la pobreza a los que se ha comprometido nuestro gobierno.
En este sentido, los resultados de RenovAr2 son un claro indicador de que la bioeconomía se consolida como una estrategia de desarrollo, impulsada por sistemas productivos de base biológica que se sustentan en el cuidado del capital natural del país, y la mejora continua de nuestras capacidades científico-tecnológicas, empresariales e institucionales, contribuya a reducir la pobreza, internalice el buen funcionamiento de los ecosistemas y permita que el país cumpla con los Objetivos para el Desarrollo Sostenible.
Se comienza a establecer un camino que hay que profundizar y existen desde el Ministerio de Agroindustria los instrumentos para hacerlo, esperemos poder seguir siendo exitosos en la tarea emprendida.
Agroindustria
Mariano Lechardoy
Especial para Clarín Rural
Nota de redacción: el autor es subsecretario de Bioindustria del Ministerio de Agroindustria de la Nación.
FUENTE: DIARIO CLARIN/CLARIN RURAL