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El director ejecutivo de Adblick Agro dice que hay que superar trabas para que el país llegue a ese objetivo.José Demicheli, de Adblick Agro. Foto: LA NACION / Santiago Filipuzzi.
Como corredor de carreras de montaña, José Demicheli sabe que hay que prepararse con tiempo suficiente como para llegar al objetivo. Es algo parecido a lo que le sucede al país si quiere convertirse en «supermercado del mundo». En una entrevista con LA NACION, el director general de Adblick Agro, una empresa que capta inversiones para agricultura, ganadería, olivicultura, energías renovables y campos, entre otros segmentos, habla sobre lo que le falta al país para llegar a esa meta.
-¿Cómo ve la situación del agro? El Gobierno reconoce al sector como el motor de la economía, pero todavía hay dificultades.
-Todo lo que hizo este Gobierno en pos de dinamizar el agro estuvo muy bien y le dio un oxígeno. Veníamos de la 125, con años muy duros para el agro. No sólo por la carga impositiva sino por las medidas que tomó el gobierno anterior. Ahora se recuperó la agricultura y la inversión en ganadería. Todavía las economías regionales no están recuperándose, y eso está atado a la macroeconomía. En dos años hubo una inflación acumulada de no menos de 45% y el tipo de cambio no se movió en la misma proporción y eso impacta en los costos. También hay trabas. No obstante, hoy están las puertas abiertas en todos los estamentos del Estado. Hay un cambio en el criterio de trabajar en conjunto.
-¿Dónde están las trabas?
– Por ejemplo, para exportar una tonelada de carne tenés que hacer decenas de registros. El Ministerio de Modernización está tratando de hacer un estado eficiente, que hoy no lo es. La ley de pymes y la de emprendedores dieron un marco. Sin embargo, hasta que la macroeconomía no esté domada, el déficit público no esté acotado y la tasa de interés baje, la producción estará penada. Si por ejemplo, un fondo cerrado de inversión estuviera equiparado impositivamente con un título público, las personas que quieran apostar al agro van a tener la posibilidad de hacerlo. Nos cuesta pensar en el mediano y largo plazo.
-¿Qué objetivos tienen como empresa?
-Siempre pensamos en el largo plazo. Cumplimos diez años como compañía y tenemos más de 1000 inversores activos. El inversor nuestro diversifica parte de sus ahorros, un 10%, que los destina al agro. Lo hace por dos motivos, para tener una renta y porque tiene una afinidad con el agro, les gusta la producción de carne o cereales y oleaginosos, o una finca de olivos o nuez pecan. Ahora también estamos con AdBlick Campos, con dos campos en Lezama. En ganadería hacemos recría y engorde, con socios en distintas partes del país a terminación a pasto o a feedlot. Es un negocio de bajo riesgo. Con granos, en la campaña 2016/17, tuvimos un plan de 33.000 hectáreas de cultivos. Y en la actual, 45.000 hectáreas. Nos convertimos en una empresa de cereales y oleaginosas a escala. Y tenemos que estar muy afilados en todos los procesos de gestión y producción, es un mercado de mucha competencia. La eficiencia nos permitió mantenernos en tiempos difíciles.
-¿Es viable el modelo de alquiler a gran escala todavía?
-Sí. Nuestro plan es llegar a las 100.000 hectáreas en cinco años.
-¿Y fuera de la agricultura y la ganadería?
-La olivicultura no despegó todavía. Estamos en tratativas con un grupo portugués y uno español para asociarnos en proyectos. Tenemos 700 hectáreas de olivos de alta densidad bivarietales, de mesa o aceite. Además estamos mirando el negocio de las frutas y verduras. Y también estamos con la biomasa.
-¿La Argentina puede ser el supermercado del mundo?
-Para ser el supermercado del mundo estamos muy lejos. Necesitás muchísima producción, productividad y normas laborales y sindicatos alineados a esa filosofía, que hoy no lo están. También se necesita una marca-país, que la gente te crea. Poner en la góndola de Tokio un malbec te lleva cinco años. Y después no podés decir «mirá, hubo una inflación de 20% en dólares, te cobro 20% más la botella». Nosotros hicimos aceite de colza y quisimos venderlo a Chile, donde se usa para la alimentación del salmón. Cuando hicimos los números del crushing y llevarlo por la Cordillera no podíamos competir con el aceite de colza que viene desde Canadá, que se produce en la costa este y se transporta por tren al Pacífico con una red de 4000 km subvencionada por el gobierno. Salimos de terapia intensiva y estamos ahí. Falta para correr la maratón y llegar al podio.
MINI BÍO
Edad y familia
48 años, casado, tres hijas
Profesión
Contador, master y profesior en la escuela de Negocios de la IAE
Pasiones
Corredor de carreras de montaña. Integra Blisblick, una fundación que ayuda a jóvenes de bajos recursos a cursar carreras terciarias o universitarias.
POR CRISTIAN MIRA
FUENTE: LA NACION