La mexicana BioFields invierte 850 mdd en uno de los proyectos más grandes del mundo a base de alga; planea contratar a 1,850 empleados y producir 250 millones de galones del combustible para 2013.
En 2005, Alejandro González decidió apostar por los combustibles alternos. Antes trabajó para Grupo Gondi. El desafío será escalar la tecnología que desarrolló la empresa Algenol y que está a prueba en Florida, EU.
Enclavados en una zona desértica e inhóspita, unos 5,000 habitantes de Puerto Libertad, Sonora, recibieron en agosto de 2007 la noticia de que ahí se establecerá una gran planta de bioetanol, que ofrece cambiar su entorno y sus condiciones de vida.
Este pueblo de unas 1,200 casas no tiene drenaje, y el calor aviva el olor hediondo que escapa de las fosas sépticas. Cuando no sopla el viento, el aire irrita los ojos; la causa es el humo que lanza la planta termoeléctrica que tiene ahí la Comisión Federal de Electricidad (CFE), y que es la séptima más contaminante del país.
Pero justo estas calamidades permitieron cuadrar el negocio de la empresa mexicana BioFields, de Alejandro González Cimadevilla, un capitalino de 35 años. Las algas verdeazuladas que se cultivarán ahí a partir de 2010 y que emiten naturalmente el etanol, requieren ese sol y CO2. El de BioFields será el primer proyecto en el mundo que producirá etanol a partir de algas -otras iniciativas elaboran con ellas biodiesel.
Según los planes de González, BioFields producirá 2,000 millones de galones de etanol en 2020. Una meta ambiciosa, si se considera que Brasil produce 3,000 millones, a base de caña de azúcar, y eso luego de una política de incentivos iniciada en 1975.
«Hemos sido escépticos, con tantas cosas malas que pasan, pero ahora tenemos esperanza», dice Gumercindo Ruiz, alcalde de Pitiquito, el municipio donde se ubica Puerto Libertad. Los habitantes han escuchado promesas de cambio desde que el pueblo se fundó en 1861.
Para enfrentar las suspicacias de los habitantes, González presentó el proyecto a unas 500 personas en lo que llamó ‘Talleres de consenso’ en Puerto Libertad, Hermosillo, Guaymas, La Paz y Tijuana.
Para elegir este lugar, BioFields ponderó otras 15 opciones en Mauritania, Argelia, España, California, Florida y Arizona. Pero Puerto Libertad ganó por tres razones: tiene 328 días de sol al año, 3.75 millones de toneladas de CO2 que cada año emite al aire la planta de CFE, y tiene agua de mar a fácil alcance.
BioFields compró 22,000 hectáreas de tierras no productivas. Ahí instalará los estanques herméticos donde las algas crecerán en agua bombeada desde el Mar de Cortés.
La tecnología aún no ha sido utilizada en gran escala.
Se trata de un desarrollo de Paul Woods, un ex empresario del gas estadounidense que tras 20 años de investigación, creó la empresa Algenol en 2006 para producir etanol a partir de una variedad de alga que desarrolló.
La tecnología de Algenol consiste en conducir el CO2 de la termoeléctrica e inyectarlo en las piscinas de manera que las algas conviertan el gas en vapor de etanol.
Según González, en un escenario conservador, BioFields estará produciendo 250 millones de galones del combustible en 2013. El empresario invertirá en la primera etapa 850 mdd. Él tiene 85% de la propiedad y 5% está en manos de Algenol; el otro 10% pertenece a ejecutivos empleados y accionistas minoritarios.
«Éste es un proyecto de energía alternativa que podría permitir a México prepararse en la prefase de la culminación de la era del petróleo», dice Víctor Manuel Villalobos, coordinador de Asuntos Internacionales de la Secretaría de Agricultura.
Plan de negocios
Alejandro González sigue los pasos de su padre. Luis González Díez decidió salirse de Grupo Modelo, hace cuatro décadas, para emprender un negocio entonces incipiente y riesgoso. Fundó Grupo Gondi, que, al paso de los años, se convirtió en la tercera fabricante de cartón reciclado del país. Ahora, el fondeo para el proyecto del etanol proviene, básicamente, de la riqueza que esa compañía creó.
«El día que mi esposa y yo nos embarazamos, decidí heredarle a mi hijo un mejor futuro», dice González, que en el año 2005 era vicepresidente de Planeación en Gondi. Este ingeniero capitalino y MBA dedicó seis meses a buscar alternativas de combustibles limpios. Fue su corredor financiero quien le habló de Algenol, que en ese tiempo buscaba inversionistas.
«Alejandro es un tipo que pudo haber invertido en lo que él hubiera querido, en cualquier inversión segura, y decidió jugársela en un proyecto que en 2006 estaba con las primeras pruebas de laboratorio», comenta Sergio Ramírez, director de Asuntos Públicos de BioFields. «De eso, a lo que hoy existe, que prácticamente estamos a punto de producir, hay un abismo».
González reclutó a Mateo López, ejecutivo que dirigió la construcción de la planta regasificadora de Shell en Altamira y ex ejecutivo de Mobil Petrochemicals en México. Y a Eduardo González, ex ejecutivo de Southern Copper Corporation y de Grupo México.
Hasta finales de 2008, había invertido 30 mdd en la compra de terrenos, estudios y personal. El contrato con Algenol establece que no podrá dar una segunda licencia para utilizar la tecnología Direct to Ethanol, hasta que BioFields produzca de manera comercial 250 millones de galones en 2013.
Esa proyección la catapultaría a estar entre los gigantes del sector, liderados ahora por Archer Daniels Midland (ADM), el mayor productor de etanol en EU y uno de los más grandes procesadores agrícolas del mundo, y a Cosan, la líder en Brasil.
BioFields parte de las estimaciones que indican que Estados Unidos importará cerca de 4,000 millones de galones de etanol para el año 2013, y que requerirá hasta 21,000 millones de galones en 2022, según la Renewable Fuels Association (RFA).
La demanda de etanol en México podría llegar a 800 millones de galones en 2010 y a más de 3,000 millones en 2022, señala Pemex. Según el plan de negocios de BioFields, de los 850 mdd que pide el proyecto, 350 millones serán inversión directa y los otros 500 millones serán producto de la reinversión de las utilidades -las que esperan obtener a partir del año 2010. González confía en recuperar la inversión en 2015.
«Los directivos de BioFields han hecho una investigación exhaustiva. Lo han hecho paso a paso, y eso está bien, porque es un excelente proyecto para Sonora y para el mundo», dice Francisco Díaz, secretario de Desarrollo Económico de ese estado.
Contexto global
La Agencia Internacional de Energía estima que los precios del petróleo estarán fluctuando entre 48 y 62 dólares el barril hasta el año 2030. Esto hará que muchos diversifiquen sus fuentes de energía.
Una de esas fuentes es el etanol, que hasta ahora se obtiene principalmente de productos agrícolas. En 2006, se produjeron 51,000 millones de litros de etanol (36% a partir de maíz en EU y 33% a base de caña de azúcar en Brasil).
En un estudio sobre los bioenergéticos, la Secretaría de Agricultura destaca que el efecto que pueden alcanzar los biocombustibles sobre los sistemas de producción agrícola requiere un cuidadoso análisis. «México ya ha resentido los desbalances en el precio de los alimentos», agrega.
Frente a ese desafío, el Congreso de la Unión aprobó en 2008 la Ley de Promoción y Desarrollo de los Bioenergéticos. Esta ley permite producir biocombustibles a base de algas, lo que da certeza a BioFields.
Además tiene varios candados, como permitir la producción de etanol a base de maíz siempre que haya excedentes de ese grano, o dar subsidios sólo a la producción a base de palma, sorgo dulce, jatropha y remolacha.
BioFields tiene la ventaja de ser más eficiente, aseguran sus directivos: esta tecnología produce mínimo 15,000 galones de etanol por hectárea al año, mientras que el máximo de producción en el caso de la caña de azúcar es de 8,000 galones y 3,000 en el del maíz.
«La tecnología de BioFields es un caso de éxito, porque no depende de insumos agrícolas, por contar con un balance energético positivo, ya que la energía que genera es superior a la que requiere, y por utilizar una menor superficie», dice Jordy Herrera, subsecretario de Planeación Energética y Desarrollo Tecnológico de la Secretaría de Energía.
González espera venderle a Pemex, que incorporará 6% de etanol a sus gasolinas, en sustitución de algunos aditivos como el éter, para hacerlas menos contaminantes. La paraestatal comenzará en Guadalajara en 2010. BioFields tiene la mira puesta en Estados Unidos y Japón.
En el plano internacional y tecnológico, en EU tiene como sus competidores directos a Sapphire Energy, en San Diego -con un proyecto para producir gasolina a partir de algas- y a PetroAlgae, en Florida, que planea producir biodiesel con algas transgénicas.
BioFields tendrá sus propios desafíos, comenzando por replicar, a gran escala, la granja de demostración que Algenol opera en Florida y que tiene el tamaño de una alberca. La de Sonora cubrirá 22,000 hectáreas de desierto.
También deberá hacerse de otras fuentes de CO2, y dependerá de los precios del etanol. Hace un año, el galón costaba más de 3 dólares y el precio bajó a cerca de 1.40. Su costo de producción es de 1.10 en Brasil y de 1.30 en EU, donde se otorgan subsidios de 0.51 dólares por galón.
«Nuestro costo de producción será al menos la mitad frente al de las tecnologías tradicionales», augura Ramírez, de BioFields.
El proyecto apenas arranca, pero Puerto Libertad ya comenzó a cosechar frutos. La empresa está en el proceso de contratar a los 1,500 empleados temporales que construirán la planta y a los 350 permanentes. Picos y palas marcaron el inicio, el 9 de diciembre pasado, de las obras para el drenaje. «Ésa es una petición -dice, con entusiasmo, el alcalde Ruiz- que llevábamos gestionando 20 años».
LA BASE DEL MILAGRO
Convertir el desierto en fuente de vida es en sí un reto. Que además se críen algas que produzcan combustibles suena a ciencia ficción.
Central Eléctrica de CFE
El dióxido de carbono de una planta cercana es el principal insumo para el ciclo de la fotosíntesis de las algas.
Tratamiento
Los gases de la planta se distribuyen en enormes tanques con algas verdeazuladas, fuente del bioetanol.
Nutrientes
BioFields patentó Direct to Ethanol para cultivar biocombustibles con radiación solar, agua, nutrientes y CO2.
Planta de salinización
El complejo Sonora Fields está al lado del mar, lo que proporciona una cantidad de agua ilimitada.
Un ciclo seguro
En el proceso no se utilizan parcelas cultivables ni se emplean agroquímicos. Toda el agua se recicla.
Por Roberto Morales
Fuente: CNN Expansión