Barack Obama también sabe conducir un tractor.Foto:Archivo/Reuters.

La crisis económica, las políticas comerciales, el medio ambiente y la promoción de fuentes de energía alternativa son algunos de temas que domirán la gestión del nuevo presidente de los EE. UU.

La nueva era que acaban de comenzar los Estados Unidos con la asunción de Barack Obama, el primer presidente afroamericano de ese país, tendrá efectos sobre la realidad de la agroindustria argentina.

Crisis económica, conflictos armados, política comercial y defensa del medio ambiente son los ejes de la agenda del mandatario norteamericano.

Sin embargo, a diferencia de lo que suele suceder en países más inestables, como la Argentina, no se esperan cambios sustanciales en la política agropecuaria, determinada por la Ley Agrícola de 2008, ni aspectos clave como el respaldo a la biotecnología y a la propiedad intelectual. «No esperamos sorpresas en este aspecto», dijo a LA NACION el ejecutivo de una multinacional norteamericana con intereses en la Argentina.

Marcelo Regúnaga, ex secretario de Agricultura y agregado agrícola en los EE.UU., apunta que Obama proviene de Illinois, un estado típicamente agrícola, y que designó como secretario de Agricultura a Tom Vilsack, que fue gobernador de Iowa, otro importante estado agrícola. Esta nominación, apunta, «ha sido apoyada por entidades agropecuarias prominentes como la National Association Of Wheat Growers, la National Farmers Union, y diversas organizaciones interesadas en la producción de etanol».

Respecto de este biocombustible, recuerda Regúnaga, el nuevo secretario de Agricultura fue un «ardiente promotor». Recientemente, durante una audiencia en el Senado Vilsack dijo que los biocombustibles son claves para la economía de las empresas agropuecuarias, «pero también destacó su interés en apoyar otras fuentes alternativas, tales como los chips de madera y otros residuos celulósicos».

Durante la campaña electoral, Obama se mostró partidario del etanol y, además, expresó su preocupación por el aumento del precio de los alimentos.

El otro aspecto crítico será la definición de los fondos que se destinan a promover a la industria del etanol que está enfrentando fuertes pérdidas económicas. Hay quienes sugieren que este flujo de dinero no correrá riesgos y citan un polémico artículo del diario The New York Times que sugiere que varios miembros del equipo de Obama están vinculados con los intereses de la industria del etanol.

Más allá de eso, lo cierto es que Obama no se apartará de la definición estratégica que adoptaron los Estados Unidos de promover las fuentes de energía alternativas para evitar la dependencia del petróleo extranjero.

La clave de la agenda de Obama será la resolución de la crisis económica gloabal. El director ejecutivo del Instituto para las Negociaciones Agrícolas Internacionales (INAI), Ernesto Liboreiro, considera que si las políticas que adoptará el nuevo presidente para enfrentar la crisis «nos daremos cuenta que tanto la India como China, entre otros países, también verán reducidas las cantidades importadas y consumidas y que el efecto no sólo será de precio, sino también de cantidad».

Según Liboreiro, lo mejor que se puede esperar es que «Obama y el nuevo Congreso tengan éxito para volver a tener un 3% de crecimiento económico en Estados Unidos, 4 por ciento en el nivel mundial y 5% de crecimiento del comercio mundial, quizás en 2001 o 2012».

Respecto de las políticas comerciales, Liboreiro cree que Obama promoverá la aplicación de estándares laborales y medioambientales en los tratados de libre comercio. No obstante, el fantasma de la crisis y la necesidad de proteger las fuentes laborales de los norteamericanos serán prioritarias.

Respecto de lo que puede esperar la agroindustria argentina, Regúnaga destacó que el apoyo de Obama a la biotecnología y a la promoción de la seguridad y calidad alimentarias «deberán ser tenidos muy en cuenta en la agenda de las políticas agroindustriales argentinas», hoy amenazadas, según Regúnaga, por «políticas internas erradas».

Por Cristian Mira
LA NACION

Fuente: La Nación