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De acuerdo a las estadísticas del ministerio de Energía y Minería, durante 2016 se destinaron 1,03 millón de toneladas de biodiésel al corte obligatorio con gasoil. A un promedio de $11.970 la tonelada (valor asignado para las pequeñas plantas proveedoras), grosso modo se trata de un negocio de más de $12.000 millones al año.
Durante el año pasado, un total de 27 plantas fueron las abastecedoras del biodiésel destinado al cupo. En forma individual los principales proveedores fueron Viluco, Unitec Bio, Patagonia Bioenergía, Explora y Diaser. En total estas cinco compañías proveyeron el 33% del cupo, sin pasar ninguna de las 72.000 toneladas en el año.
Las otras 22 plantas manejaron cupos que van de las 2.500 a las 51.000 toneladas. Sin embargo, un grupo de tres empresas tuvieron en conjunto un cupo de 151.967 toneladas. Se trata de Biobin SA, Biobahía SA y Bio Ramallo SA. ¿Qué tienen en común estas tres empresas? Las tres se encuentran vinculadas al empresario bahiense Juan Carlos Bojanich. Bio Ramallo se creó en 2011, para en 2015 nombrar al empresario como su presidente. Bio Bahía también se creó en 2011 con Bojanich como socio, mientras que Biobin tiene como presidente a Juan Ignacio Bojanich.
Sin embargo, Juan Carlos Bojanich no es tan popularmente conocido por su actividad en los biocombustibles como por ser uno de los zares del juego, específicamente del bingo, en donde participa de varias sociedades, la más destacada la del bingo de Bahía Blanca. También aparece en las búsquedas en internet por haber estado casado con Moria Casán en sus primeras épocas como celebrity.
Pero volviendo al negocio del biodiésel, en 2017 tres nuevas plantas ubicadas en Ramallo accedieron a entregar biodiesel para el cupo. Se trata de Refinar Bio, Biobal Energy SA y Bio Corba SA. Fuentes en la industria del biodiésel señalan que estarían relacionadas al Grupo Bojanich. Formalmente, solo se puede decir que Juan Manuel Bojanich preside Bio Corba y que Carlos Balassone, socio fundador de Biobal Energy SA, aparece también como socio en Bio Ramallo (donde después asume la presidencia Juan Carlos B.) mientras que el otro socio, Juan Carlos Balestrino, también aparece como director suplente en Bio Ramallo. A su vez, Emiliana Borra, directora de Refinar Bio aparece también como directora junto a Juan Ignacio Bojanich en una compañía dedicada a la elaboración de bioetanol.
Estas tres plantas tienen un cupo de 1.780 toneladas mensuales cada una. Pero se trata de plantas de una capacidad anual de 50.000 toneladas, con lo cual interponiendo recursos judiciales habrían logrado hacerse de un cupo similar a las otras tres, es de unas 4.200 toneladas mensuales. En ese caso, el grupo de seis compañías manejaría un total de 300.000 toneladas, igualando lo que en 2016 manejó el Top Five del negocio.
Bochazo al bioetanol
Sorprendentemente, el 12 de junio de 2017 el ministerio de Energía y Minería a cargo de Juan José Aranguren publicó en el boletín oficial tres resoluciones, las 87/2017, 88/2017 y 89/2017 dando de baja al cupo que tres compañías vinculadas al Grupo Bojanich tenían para proveer bioetanol al corte obligatorio. Se trata de las empresas Bahía Energías Renovables SA, Balba Bio Energía SA y BioSanFe SA, que en conjunto sumaban más de 300.000 metros cúbicos de bioetanol obtenidos a partir de la molienda húmeda de maíz.
Bahía Energías Renovables tenía como socios fundadores a Juan Carlos y Juan Ignacio Bojanich, mientras que Balba Bio lo tenía a Carlos Balassone y Biosanfe nombró en 2012 a Juan Manuel Bojanich como presidente.
Los fundamentos de estas resoluciones son abundantemente ricos en cuanto a precisiones sobre los motivos por los que dan de baja a los proyectos e, incluso, a los descargos que oportunamente realizan las empresas. En el caso de Bahía Energías Renovables, la cartera de Aranguren señala en forma tajante que “desde el otorgamiento del referido cupo tampoco ha efectuado presentación alguna que acredite siquiera haber dado comienzo con la construcción de las instalaciones, y que sus presentaciones evidencian improvisación y falta de desarrollo del proyecto en cuestión, al no tener definido siquiera el lugar donde se instalaría la planta”. En una suerte de copypaste, el mismo argumento se utilizó para bajar los proyectos de Biosanfe SA y el de Balba Bio Benergía SA.
En el mundo de los biocombustibles se tejen muchas especulaciones respecto a la drástica decisión de Energía y Minería, donde los negocios, la política y hasta el deporte se entrelazan en un complejo juego de ajedrez.
Lo concreto es que el Grupo Bojanich mantiene una posición muy fuerte como proveedor de biodiésel al corte obligatorio, donde ha hecho inversiones millonarias en el montaje de las plantas (se calcula que hoy el costo de una planta de 50.000 t/año ronda los 3 millones de dólares) pero que sus proyectos en materia de bioetanol no han corrido la misma suerte en los tiempos presentes.
FUENTE: JAVIER PRECIADO PATIÑO