Gregory Page teme que se generen distorsiones en los precios relativos que terminen encareciendo el precio de los alimentos y complicando a los países más pobres. En la nota, cuenta su receta. 

Argentina quiere subirse al boom de los biocombustibles. Inversiones en fábricas, ahorro en costos gasoil, menor impacto ambiental y mejores precios para lo productores agropecuarios; un combo virtuoso que entusiasma por igual a empresarios y funcionarios.

Pero desde los EE.UU. llega una advertencia. Y viene nada menos que del presidente y CEO de Cargill, Gregory Page, el principal trader de granos el del mundo, que en la Argentina es el segundo exportador del país.

En una trascendente conferencia sobre combustibles renovables organizada por el influyente USDA el primero de marzo pasado, Page planteó muchos interrogantes sobre los efectos positivos de las políticas de impulso al desarrollo de los biocombustibles. Así cargó contra los subsidios a la industria del etanol porque distorsiona los precios relativos. También desaprobó los aranceles específicos. Según su visión, si se sigue avanzando en esa línea habrá un aumento del precio de los alimentos que impedirá a las poblaciones de los países más pobres alimentarse correctamente.

A continuación, algunos pasajes de su discurso:

• Cargill lleva invertido cerca de 1 billón de dólares en el desarrollo de la industria del biocombustible. Ahora, estamos construyendo plantas de etanol y otros biocombustibles en los Estados Unidos y Europa. También acordamos un joint-venture en Brasil para la producción de etanol. Es por eso que definimos a Cargill como una empresa agropecuaria-alimenticia con componentes de biocumbustible.

• La ONU estima que para la mitad del siglo se deberá aumentar al doble la producción de alimentos para alimentar al mundo. Y a medida que se deriva cada vez más producción agropecuaria a los biocombustibles, esperamos que las presiones por abastecimiento y demanda hagan subir los precios de los alimentos. Precios más altos impactarán en los países menos desarrollados. El mundo, gracias las innovaciones tecnológicas, podrá afrontar una industria de biocombustibles y al mismo tiempo alimentar al mundo. ¿Pero es tan simple?

• Como líderes, deberíamos hacernos varias preguntas: ¿Qué precios de alimentos estamos preparados hacerle afrontar a los países más pobres? Cómo sociedad desarrollada tendremos la capacidad de producir comida y biocombustibles, ¿pero cuál será el costo para quienes no puedan afrontarlo? En estos desafíos deben poner la cabeza los hacedores de políticas. Deben pensar en el impacto que la promoción de los biocombustibles tendrá en los alimentos.

• En Cargill balanceamos nuestro negocio alimenticio-agropecuario con el de los biocombustibles en una forma que ayuda a mantener nuestra visión de no generar problemas en la alimentación de los pueblos. Para nosotros, ese balance se logra a través de políticas guiadas por el mercado, como acuerdos libres de complementación.

• Creemos que las fuerzas del mercado (con sus leyes de la oferta y la demanda) son la mejor solución para generar un balance en las políticas de biocombustibles. La posibilidad de hacer crecer una industria del biocombustible está siendo impulsada por los gobiernos con promociones fiscales, ventajas aduaneras y subsidios. Con estas medidas de promoción, se están creando ineficiencias y presiones innecesarias en el precio de los alimentos; presiones que son inconsistentes con las necesidades del mercado. Cuanto más estén influenciadas las políticas de promoción en el espíritu del libre mercado, mejor.

Cuando se acuerden incentivos gubernamentales, deben ser lo suficientemente flexibles para que dejar actuar a los mercados libremente. Y sin esas distorsiones, los inversores en biocombustibles actuarán de manera más racional y dotarán al sector de herramientas para generar una industria basada en los fundamentos del libre mercado.

Fuente: http://www.puntobizonline.com.ar/