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Biocombustibles, eje de la gira de Bush y de su encuentro con Lula

plantaesqEE.UU. negociará con Brasil un bloque continental de estas nuevas fuentes energéticas. Bush llega el 9 de marzo a San Pablo. La región gana relevancia por su gran capacidad de producir las materias primas básicas.

La gira que George W. Bush iniciará por América latina los primeros días del próximo mes y tendrá como penúltimo destino a Brasil, tiene un fuerte contenido estratégico. En San Pablo, donde desembarcará el 8 de marzo, el presidente norteamericano quiere celebrar con su colega Luiz Inacio Lula da Silva un acuerdo de reparto de mercados en biocombustibles para generar un bloque continental de estas nuevas fuentes energéticas, dijeron fuentes diplomáticas.

En principio, se tratará del etanol, un rubro en que Brasil y EE.UU. lideran los mercados internacionales con 72% de la producción global. Después vendrá el biodiésel, el otro rubro de las energías renovables en las que tienen profundo interés las grandes potencias mundiales.

En Brasil se entusiasman. «Bush quiere lanzar las bases para un mercado hemisférico que garantice el suministro estable de biocombustibles, con producción diversificada por toda la región», sostuvo ayer O Estado de Sao Paulo. Si bajo el gobierno de Bush la región perdió importancia en la geopolítica vuelve a ganar relevancia por cuenta de la vastedad de sus tierras y su capacidad de producir materia prima para combustible.

Los norteamericanos concuerdan con el razonamiento del consejero agrícola de la Unión Europea Gustavo Idígoras, quien un par de meses atrás recalcó la trascendencia sudamericana en la producción de biocombustibles. «Los europeos no tenemos manera de cumplir, por nuestros propios medios, con las obligaciones de sustituir gasoil por biodiésel. Vamos a necesitar entonces de exportadores y a la cabeza de esa lista están Brasil, Argentina y Malasia», sostuvo.

Ni cortos ni perezosos, en Washington comenzaron a pensar una política capaz de utilizar las tierras hemisféricas como productoras de «paliativos» para sus necesidades energéticas de los próximos 20 años. Debe leerse en ese contexto la nueva atención que el Departamento de Estado le presta a los sudamericanos. A eso se debe la gira regional de días atrás encabezadas por Nicholas Burns, subsecretario de Asuntos Políticos y por Thomas Shannon, quién asumió hace un año y medio la Subsecretaría del Hemisferio Occidental. Ambos subrayaron, en Brasilia y en Buenos Aires, el interés norteamericano de contar con la colaboración de los gobiernos de Lula y de Kirchner para la provisión de biocombustibles. En la visión de un funcionario del Departamento de Estado, citado ayer por la prensa brasileña, «a cambio del ALCA (que murió en noviembre de 2005) habrá un gran acuerdo por el alcohol».

La propuesta de la canciller Rice apunta inicialmente a «dividir la hacienda». Ellos se quedarían con el Caribe y América Central y contarían, como reserva de última instancia, algunos países sudamericanos. Brasil, Argentina y eventualmente Uruguay. Bush llegará a Colonia, el 9 de marzo con la propuesta de incluir a los uruguayos en el menú de sus fuentes energéticas de origen vegetal y hasta animal.

Por ahora, las grandes estrellas de los combustibles de origen vegetal son el etanol y el biodiésel. En etanol hay dos grandes líderes: Brasil y EE.UU. En el caso brasileño proviene de la caña de azúcar; en el norteamericano, procede del maíz. En cambio, el biodiésel se obtiene de cultivos oleaginosos como colza, soja y girasol. Hay un gran productor y consumidor mundial: Alemania. En 2006 absorbió 25% del mercado mundial, de 8.000 millones de litros. Ese es un mercado en expansión acelerada —creció 320% en dos años—en el que Argentina tiene mucho peso.

La otra cara de esta historia es la que cuentan las multinacionales. En Argentina, por ejemplo, se anunciaron 13 proyectos de biodiésel, con una inversión de US$ 300 millones en plantas que comenzarán a funcionar a fines de este año. Las fábricas estarán en Santa Fe, Buenos Aires, Tucumán y Río Negro.

En Brasil, invierten en el biodiésel multinacionales como la norteamericana ADM y nacionales como Caramuru, Bertin, Petrobras e Ipiranga. Este año habrá US$ 350 millones destinados al sector del diésel de origen vegetal que podrá derivar en la producción de 1.700 millones de litros a fines de 2007. Con este procesamiento Brasil podrá atender sólo sus necesidades bioenergéticas: le alcanzará para cumplir con la exigencia gubernamental de adicionar a partir de 1ø de enero de 2008 2% de biocombustible al diesel mineral.

Pero en la matriz energética norteamericana por ahora la prioridad es el etanol. Tanto que el tema no sólo será central en la agenda de la cita entre Lula y Bush. A fines de marzo, estará en San Pablo el gobernador de Florida, Jeb Bush. La visita del hermano de Bush no es casual: llegará a San Pablo para establecer acuerdos bioenergéticos bilaterales. Jeb preside la Interamerican Ethanol Comission (Comisión Interamericana de Etanol) creada en 2006 y que, oh casualidad, co-presiden el ex ministro de Agricultura brasileño Roberto Rodrigues y el colombiano Luis Alberto Moreno, presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

 Argentina, un importante jugador

La Argentina juega un rol central en la expansión del uso de biocombustibles en el mundo, ya que es el primer exportador mundial de aceites vegetales y el segundo de maíz, insumos básicos del biodiésel y el etanol, respectivamente.

Según las últimas estimaciones de la Secretaría de Agricultura, este año se alcanzaría una producción de entre 20 y 22 millones de toneladas de maíz. Unos 8 millones de toneladas se destinarán al consumo interno, y el saldo exportable llegaría a casi 14 millones de toneladas.

«El 90% del alcohol que se produce hoy es de caña de azúcar, y un 10% es de cereales, básicamente maíz y sorgo», explicó el director ejecutivo de la Asociación Argentina de Biocombustibles, Claudio Molina. Y agregó que por ahora «no se utiliza a gran escala para combustible, como ocurre en Brasil, sino para productos agroquímicos, cosméticos o bebidas».

Pero según la ley 26.093, desde el año 2010 las naftas deberán mezclarse con un 5% de etanol. «Serán necesarias no menos de 160.000 toneladas de etanol por año, sólo para el mercado interno», señaló Molina a Clarín. Para producir esa cantidad de combustible harían falta 3,2 millones de toneladas de caña de azúcar, o 560.000 toneladas de maíz, detalló. Así, es probable que crezca la producción de maíz, pues las plantaciones de caña de azúcar no pueden extenderse mucho sin sacrificar otros cultivos.

En tanto, el gasoil deberá cortarse cada vez más con biodiésel, que se obtiene de aceites vegetales. La Argentina es el principal exportador de estos aceites, sobre todo de soja. En 2007 se producirán 45 millones de toneladas de soja, que pueden traducirse en 8 millones de toneladas de aceite y de biodiésel.

Eleonora Gosman COLONIA. ENVIADA ESPECIAL
egosman@clarin.com

Fuente: http://www.clarin.com/

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