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Del lote a la molienda de soja

biodiesel-soja-cersaEn Salto, provincia de Buenos Aires, un grupo de productores «saltaron» de la chacra, primero al acopio, luego a la molienda de soja y ahora van por el biodiésel.

Con el crushing generaron 15 puestos de trabajo adicionales. Hoy tienen una capacidad instantánea de almacenaje de 15.000 toneladas. Pero esto es sólo la punta del iceberg de un modelo que puede transformar el agro bonaerense.

En la Argentina todavía «en llamas», después de la devaluación de 2001, un grupo de productores agropecuarios con vocación de negocio decidió poner manos a la obra y pasar del primer eslabón de la cadena granaria a jugar en los siguientes.

Así, en el kilómetro 93 de la Ruta 191, en la localidad bonaerense de Salto, decidieron volcar el capital de la agricultura en la construcción de un centro de acopio bajo el nombre de Compañía de Cereales Salto SRL (Cersa).

Hoy, con la última ampliación hecha en 2007, tienen una capacidad instantánea de almacenaje de 15.000 toneladas. Pero esto es sólo la punta del iceberg de un modelo de agregación de valor que puede transformar la fisonomía del agro bonaerense.

No por casualidad, en apenas unos kilómetros en torno al sueño de estos emprendedores se encuentran radicados el fabricante de alimentos balanceados Metrive, la planta de secado en espiga de Pioneer, un frigorífico de la cadena de supermercados La Anónima (que abate unos 600 a 700 animales por día), la planta de galletitas de Arcor y una planta avícola que Soychú reformó para ponerla con lo último de la tecnología.

Un poco más allá, todavía, se encuentran las instalaciones de Satus Ager, un semillero que está en plena expansión como proveedor global de genética y que está evaluando la generación de energía eléctrica con los residuos vegetales de lo que procesa. El excedente se volcará a la red local y seguramente será consumido por las nuevas actividades de Cersa SRL.

«El acopio nos permitió explorar nuevos formatos de negocio, además de brindarnos mayor flexibilidad para la comercialización de nuestros granos», sostiene Vicente Alberto Mauricio, uno de los socios y gerente de la compañía.

Originalmente eran cinco socios, cuatro productores rurales y uno vinculado al negocio del combustible.

En 2007 dos se retiraron y su participación fue absorbida por Mauricio y sus socios Néstor Querza y Carlos Testa.

«En el ínterin nos entusiasmamos con la propuesta que nos acercó Enrique (Lasgoity) para armar una planta de molienda de oleaginosas y avanzar en la cadena de valor», agrega.

Lasgoity es un ingeniero electricista, de 63 años, que conoce la industria de la molienda oleaginosa (crushing) al dedillo. Con 40 años de experiencia, trabajó para La Plata Cereal (Indo SA), Dreyfus y Aceitera General Deheza, entre otras.

Ahora, el profesional está llevando adelante una serie de proyectos agroindustriales de agregación de valor, tanto en materia de crushing como de producción de biodiésel.

Sólo en la localidad de Salto está vinculado a tres de estos proyectos. En el caso de Cersa fue responsable del diseño y puesta en funcionamiento de una planta de molienda oleaginosa por extrusión y prensado, con dos líneas de procesamiento que suman 140 toneladas de grano por día de capacidad.

Si bien esta escala es nada comparada con las unidades de 6.000 t/día que monta la industria aceitera del polo rosarino, no es poca cosa para la dimensión del acopio.

Es que trabajando a régimen, la planta procesa 4.500 toneladas mensuales o unas 50.000 anuales, con lo cual logran que los silos se llenen y vacíen más de tres veces por año.

Si bien cuando Infocampo visitó la planta, una de las líneas estaba moliendo colza y la otra soja, el grueso de la producción es de soja.

En este proceso, un 14% del grano se convierte en aceite y otro 77/78% en expeller, es decir el «residuo» de la oleaginosa, que en verdad hoy es el producto estrella que todo el mundo necesita para producir proteína animal. El resto (8/9%) es merma por humedad y cáscara.

Lo notable de este momento de los agronegocios argentinos es que esas 115 toneladas de expeller que la planta produce diariamente se venden como pan caliente.

Prácticamente no hay stock que se acumule en los silos, ya que son muchos y diversos los clientes que lo requieren.

Por un lado están las granjas porcinas y avícolas, más los feedlots que lo utilizan en la formulación de sus raciones y los fabricantes de alimentos para mascotas.

Pero también desde Chile llegan los camiones que se llevan el expeller en bolsas de 40 kg para ser comercializado entre los fabricantes de alimentos balanceados del otro lado de los Andes.

De la mano del crecimiento de la faena avícola y vacuna, estas moliendas pyme de oleaginosas encuentran un segmento de la demanda que pueden atender, sin sufrir la competencia de las grandes crushers del polo rosarino, orientadas a la exportación y a los grandes volúmenes.

«En aceite, la demanda también está muy caliente, con fábricas de balanceados que lo usan como fuente de energía, elaboradores de biodiésel, fideeros y hasta fabricantes de plástico a partir de soja, como es el caso de Refinerías del Centro, en Córdoba.

Y a esto hay que sumarle algún refinador chico que compra también el aceite crudo», explica Lasgoity. En cuanto a los valores de este mercado en crecimiento, distinto del exportador, hoy se habla de que la tonelada de expeller de soja cotiza como la de grano, es decir unos $1.050 a 1.100, mientras que el aceite crudo rondaría los 830 dólares.

Ahora, el próximo paso de la gente de Cersa es anexar a la planta de crushing una de fabricación de biodiésel, lo cual les permitirá seguir diversificando el portfolio de negocios.

La idea es que tenga una capacidad de 30.000 litros diarios, con posibilidad de expandir a 50.000 más adelante. El proceso utiliza como materia prima el aceite vegetal y el metanol, y obtiene como resultado biodiésel y glicerina.

«Hoy los precios son muy competitivos, incluso para la glicerina. La estándar, con el 80% de glicerol está siendo demandada por la producción animal como fuente de energía y llega a tener un valor de entre 380 y 400 dólares la tonelada», agrega Lasgoity.

Otra posibilidad es la de refinar la glicerina para alcanzar un grado farmacéutico, que obtiene un mayor valor.

Pero si bien estos empresarios tienen la decisión de avanzar en la producción de biodiésel prácticamente tomada, necesitan señales claras respecto de cómo se implementará el sistema de provisión del corte obligatorio para el mercado interno. Ello reduciría el nivel de incertidumbre actual.

De hecho, las características de este emprendimiento responde a la filosofía del sistema de promoción de la Ley 26.093. Son productores agropecuarios, son pymes y tienen un arraigo regional.

Estas son las condiciones que el texto de la ley pone como condición para acceder al cupo.

Sin embargo, en los aspectos reglamentarios falta definir cómo funcionará el sistema de aprovisionamiento, qué requisitos deberán cumplir las plantas y, fundamentalmente, cuál será el precio que se le fijará al biocombustible.

Pero el hecho de que hoy se importe gasoil alienta las expectativas de un adelanto del corte obligatorio antes de 2010.

Lo cierto es que la agregación de valor en la cadena granaria tiene un impacto notable en la generación de mano de obra. «Agregar la planta de crushing implicó tener que tomar 15 personas, no sólo en el proceso industrial en sí sino también para atender la comercialización de productos que antes no existían para nosotros. Y calculamos que la planta de biodiésel implicará generar otros 15 puestos más de trabajo», adelante Vicente Mauricio.

Javier Preciado Patiño

Fuente: Infocampo

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