¿Se puede extraer más crudo e incrementar el suministro o la producción se ha estancado?
Sadad al-Husseini y Nansen Saleri escalaron posiciones en Saudi Aramco, la petrolera más poderosa del mundo, colaborando durante años para extraer más crudo de los inmensos yacimientos de Arabia Saudita. Hoy, sin embargo, están en los lados opuestos de un debate trascendental para la industria petrolera.
Husseini, lugarteniente de Aramco hasta 2004, dice que el mundo enfrenta una cruda realidad de recursos menguantes y precios de petróleo en perenne alza. Saleri, hasta hace poco gerente de reservas de crudo de Aramco, insiste que con suficiente ingenio e inversión se pueden encontrar abundantes cantidades de petróleo.
El debate dista mucho de ser académico. Los precios del crudo se han duplicado en los últimos 12 meses y líderes políticos, aerolíneas, automotrices e inversionistas tratan de divisar hacia dónde se encaminan los precios. La diferencia de opiniones entre dos de los hombres mejor informados de la industria deja al desnudo la falta de claridad en torno a una interrogante básica, si se puede extraer petróleo más rápido que en la actualidad.
Por ahora, la visión pesimista de Husseini está en boga. Incluso antes de la escalada del precio del petróleo, existían predicciones sombrías de que la producción global de crudo pronto llegaría a su tope. El precio del crudo batió una nueva marca el viernes al cerrar en US$ 140,21 el barril en Nueva York, triplicando su nivel de 2004.
Saleri, en todo caso, no es el único que cree que no hay razón para el pesimismo. Los optimistas, que incluyen tanto al Departamento de Estado estadounidense como a ExxonMobil Corp., argumentan que las fuerzas del mercado obligarán a las compañías a invertir e innovar. A medida que el suministro se recupere, los precios caerán.
La propia Arabia Saudita, productora del 12% del crudo mundial, ha vacilado durante años sobre si debe extraer petróleo más rápido. Hace poco, a instancias del Rey Abdullah, pareció darle la razón a Saleri. El reino está dispuesto a invertir decenas de miles de millones de dólares para aumentar su producción a niveles sin precedentes, 15 millones de barriles diarios comparados con los 11 millones actuales.
De amigos a rivales
Las opiniones en el Golfo Pérsico acerca de la salud de la riqueza petrolera de la región varían mucho. Husseini y Saleri discrepan sobre si la nueva meta de producción saudita es deseable o incluso factible.
El que ambos hayan trabajado codo a codo en la compañía que controla una cuarta parte de las reservas comprobadas de petróleo del mundo hace que sus divergencias sean incluso más llamativas.
Husseini, que ahora ejerce como consultor independiente, ha viajado por el mundo difundiendo sus puntos de vista. Hace poco cenó con George Soros y un grupo de inversionistas de alto calibre. Saleri ha dado conferencias, escrito editoriales y se ha reunido con las principales autoridades desde América latina a Kuwait.
Husseini, de 61 años, vive en la casa de enfrente a la del poderoso ministro saudita de hidrocarburos Alí Naimi, en el arbolado vecindario de Dharan, la ciudad donde viven los funcionarios de Saudi Aramco, en la costa este de Arabia Saudita. El geólogo asegura que los grandes depósitos de petróleo ya se han identificado y que los adelantos tecnológicos no podrán devolver la juventud a los yacimientos desde Indonesia al Golfo de México. «La realidad es que tenemos que esforzarnos más y más para obtener el crudo que necesitamos», dice. Los que aseguren tener alguna «poción mágica…eso no existe», asevera.
Saleri, un año menor, cree que el pesimismo de su ex jefe es exagerado.
Desde la consultora que fundó en Houston después de renunciar a su cargo en Aramco el año pasado, se ha convertido en un oponente enérgico de la opinión que asegura que los precios del crudo seguirán subiendo a la par de un descenso en la producción.
«Apenas hemos consumido un billón (millón de millones) de los 14 o 15 billones de crudo que existen», dice Saleri, aludiendo a estimaciones personales que incluyen muchas clases de crudo y que exceden con creces las de la mayoría. «No advierto ningún problema para los próximos 40, 50 o 60 años.»
Después de completar sus estudios en la Universidad de Brown, en Estados Unidos, Husseini empezó a trabajar en Aramco, cuando la compañía estaba en manos estadounidenses.
En 1980, cuando Arabia Saudita asumió el control, el geólogo estaba escalando posiciones en la empresa.
«Sadad es uno de los mejores ingenieros del mundo con los que he trabajado», dice Edward Price, presidente de Aramco en aquel entonces.
Saleri estudió en EE.UU. y se unió a Standard Oil de California, la predecesora de Chevron Corp., en 1974. En 1978 su compañía lo mandó a Aramco como consultor, donde pasó siete años y conoció a Husseini. El mundo se disponía a sufrir el alza en los precios del petróleo que comenzó con la revolución iraní. Durante tres años, a partir de 1979, Aramco aumentó su producción a casi 10 millones de barriles diarios, batiendo un récord que sigue vigente hasta hoy.
El resultado de ese esfuerzo es fundamental para entender el pesimismo de Husseini. El empeño por extraer tanto petróleo casi paralizó a los mejores yacimientos sauditas. La presión en muchos de ellos se desplomó y el agua se empezó a filtrar en las zonas de petróleo. «Tiraron la casa por la ventana para satisfacer la demanda mundial», señala. «Y tuvimos que pasar los siguientes siete u ocho años arreglando el desastre.»
Después de que Aramco empezara a reducir la producción en 1981, Husseini se encargó de reparar los gigantescos depósitos. En 1992 persuadió a Saleri para que se integrara a Aramco con la misión de crear modelos de simulación para los yacimientos de la petrolera.
Ambos trabajaron mano a mano en algunos de los proyectos más ambiciosos de Aramco, entre ellos la explotación de un gran yacimiento llamado Shaybah.
Fue en Shaybah, precisamente, que Saleri se convirtió en un gran optimista. Saleri encontró una manera de aumentar sustancialmente la producción del campo excavando pozos mucho más profundos de lo común. «Fue una gran innovación de la ingeniería», dijo Rick Chimblo, entonces el geofísico principal de Aramco.
«Shaybah me hizo famoso», cuenta Saleri. «Y me hizo darme cuenta de que las reglas viejas ya no funcionan».
Husseini aplaudió el logro de su compañero, pero pronto ambos comenzaron a discrepar sobre proyecciones clave.
Alrededor de 2001, el alza en la demanda petrolera reanudó un debate interno en Aramco sobre cómo aumentar la producción por encima de los 10 millones de barriles diarios.
Husseini, recordando el riesgo de colapso de los yacimientos en los años 70, propuso «una aproximación gradual y realista». Saleri, recordando la experiencia de Shaybah dijo que el reino podía producir en forma sostenible 15 millones de barriles diarios.
«Mi opinión es que un yacimiento se explota durante el período más largo al menor costo de capital», dice Husseini. «Nansen proviene de la escuela de las compañías internaciones, que es partidaria de obtener la máxima cantidad de petróleo en el menor tiempo posible.»
Por Neil King Jr.
Fuente: The Wall Street Journal/La Nación