El proyecto de Transición Energética valora que para el 2024 el 35% de la generación eléctrica a nivel mundial debe provenir de recursos renovables.
El cambio climático es mucho más que un problema ecológico, en el fondo subyace una profunda crisis de valores, resultado de la lógica de acumulación y consumo. Esta inercia ha arrastrado a la humanidad a destruir en medio siglo el equilibrio ambiental en el que, desde hace seis mil años, se ha desarrollado la entera humanidad. Sólo si se reducen radicalmente las emisiones de gases de efecto invernadero y los flujos de energía y de materias, será posible frenar el vertiginoso aumento de la temperatura mundial, no obstante, los plazos son tan breves que el desafío supera las estrategias políticas.
Los combustibles fósiles proporcionan el 80% de la energía consumida a nivel mundial, pero para el sector energético las emisiones de CO2 son simplemente imputables, ya que las enormes infraestructuras termoeléctricas pretenden continuar en uso de 30 a 40 años más. En estas condiciones, los objetivos de reducción a realizar en los próximos cuarenta años, representan un esfuerzo colectivo sin precedentes en la historia, sobretodo porque debe realizarse en un contexto político y económico dominado por la desigualdad.
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (GIEC) es un centro de investigación coordinado por las Naciones Unidas (ONU) encargado de revisar y evalúar la información científica, técnica y socioeconómica más reciente para la comprensión del cambio climático. Las conclusiones del último informe pueden sintetizarse de la siguiente forma:
– Los países industrializados deben reducir sus emisiones de gas de efecto invernadero entre el 80% y el 95% de aquí a 2050, pasando por una reducción inmediata del 25 al 40% en 2020 (en relación a 1990).
– Los países en desarrollo deben “desviar sustancialmente” la emisiones del 15 al 30% al año 2020 (2050 para los países africanos).
– Las emisiones mundiales deben culminar a más tardar en 2015 y disminuir regularmente a continuación a fin de ser reducidas entre el 50 y el 85% en 2050 (en relación a 2000).
– La reducción de las emisiones debe proseguir más allá de 2050, hasta la supresión total entre 2060 y el fin del siglo, según las regiones.
Panorama Mundial
En 2010, la oferta total de energía primaria en el mundo (OTEP) fue de 12,715 millones de Toneladas Equivalentes de Petróleo (Mtpe), de las cuales sólo 1,685.7 Mtpe provinieron de fuentes renovables de energía. La contribución de otras fuentes de energía fue de 32.3% para petróleo, 27.3% para carbón, 21.5% para gas natural y 5.7% para energía nuclear.
Países como Alemania, Brasil, Dinamarca, España, Canadá y Reino Unido han enfocado su desarrollo tecnologíco en la utilización de diversas fuentes renovables, fundamentalmente para la generación de energía eléctrica. Las llamadas “Energías Renovables” son un tema prioritario en todas las agendas energéticas, sobretodo en los países industrializados, ya que son también precursoras del desarrollo y comercialización de nuevas tecnologías, de la creación de empleo, conservación de recursos y reducción de la dependencia de energéticos fósiles, así como de la reducción de gases de efecto invernadero.
Entre 2006 y 2011, la capacidad de producción global de energías renovables creció a tasas promedio anuales entre 17% y 58%. La energía solar fotovoltaica registró el crecimiento más acelerado, con un aumento en la capacidad instalada de 58% anual promedio en el período. Por otra parte, la energía solar termoeléctrica aumentó casi 37%, considerando que existía una pequeña cantidad de plantas instaladas al inicio del período. La producción de biocombustibles ha sido variada, con una expansión del biodiesel en 2011, mientras que el etanol se mantuvo estable. Por su parte, la energía eólica creció a un ritmo anual de 27%, y otras tecnologías como la energía hidroeléctrica y geotérmica, crecieron a tasas más moderadas que van de 2% a 3%, haciendo comparable su comportamiento con las tasas de crecimiento global de combustibles fósiles de 1% a 4%.
De acuerdo con el reporte anual de energías renovables de REN21, la mitad de esta capacidad se encuentra en países desarrollados, tan solo Europa concentra 20%. Los países que utilizan de manera más intensiva las energías renovables para la generación de electricidad son Islandia, Noruega, Paraguay, Colombia, Brasil y Canadá, que van desde 100% hasta 61% de participación. En cambio, los que presentan la menor participación de estas tecnologías entre 0% y 9% son Arabia Saudita, Israel, Argelia, Sudáfrica, Corea del Sur y Australia.
Panorama Nacional
En el plano nacional, y bajo el cumplimiento del Artículo 17 del Reglamento de la Ley para el Aprovechamiento de Energías Renovables y el Financiamiento de la Transición Energética (LAERFTE), la Secretaría de Energía ha publicado una Prospectiva de Energías Renovables 2012-2026. Este proyecto energético tiene como fin de impulsar el uso de tecnologías renovables como la eólica, solar, hidroeléctrica, geotérmica, mareomotriz, biomasa, entre otras, así como dar a conocer el potencial energético de nuestro país proveniente de recursos naturales.
Para ello el Instituto de Investigaciones Eléctricas (IIE) se ha encargado de realizar distintos estudios para establecer el potencial eoloenergético nacional, estas estimaciones aseguran que sólo el 10% del área total es aprovechable para la instalación de parques eólicos debido a factores orográficos, ambientales, sociales y de factibilidad técnica y económica; pese a esto, la Asociación Mundial de Energía Eólica ha reconocido a México por haber sido el país con el mayor crecimiento de capacidad de generación de electricidad con viento, en términos porcentuales, durante 2009. En el país existen reservas de aprovechamiento geotérmico distribuidas en 1,797 manifestaciones superficiales agrupadas en 918 localidades geotérmicas en 26 estados de la República. Por otro lado México se localiza geográficamente entre los 14° y 33° de latitud septentrional, situación que resulta ideal para el aprovechamiento de la energía solar, ya que la irradiación global media diaria en el territorio nacional es de alrededor de 5.5 kWh/m2, colocando al país dentro de los primeros lugares en el mundo. Por otra parte, a pesar que actualmente México no cuenta con desarrollos piloto o comerciales de centrales de generación oceánica, algunos estudios realizados por la CFE indican que existen zonas con alto potencial para su aprovechamiento en el país , principalmente en la región del Alto Golfo de California. Aunque no existe todavía un desarrollo sustancial, en materia de bioenergía, se han realizado ya importantes esfuerzos para impulsar la producción de insumos y bioenergéticos en el país.
Este alto potencial energético debería significar una oportunidad para que las grandes empresas consumidoras de energía inviertan en tecnologías renovables. Actualmente existen distintos proyectos de transmisión de energía eléctrica, donde los privados generan un excedente de energía eléctrica para que ésta les sea pagada por la CFE, a través de programas como Cogenera. Pero, el caracter centralizado de la paraestatal y la obligación de conectarse a la red nacional que suministra energía eléctrica al 98.11% de la población, provoca un altísimo porcentaje de pérdidas en transporte y distribución, hecho que impide la creación de pequeñas redes autosustentables además de una innecesaria emisión de CO2 a la atmósfera.
Evidentemente no es “el mundo” quien decide. Son los gobiernos, bajo la tutela de los grandes grupos energéticos y del capital financiero que adelanta los créditos para las inversiones. Las reservas probadas de combustibles fósiles son cinco veces superiores a la cantidad de carbono que la humanidad puede aún permitirse quemar, de modo que salvar el clima necesitaría que el 80% de esas reservas permanecieran para siempre en las profundidades geológicas del globo.
Más del 50% de las emisiones mundiales son provocadas por apenas el 7% de la población; mientras que los 3 mil millones de pobres no son responsables más que entre el 5% y el 10% de los gases con efecto invernadero. El éxito de la Transición Energética simplemente no será posible hasta que el “europeo medio disminuya su consumo de energía alrededor de la mitad y el residente de los Estados Unidos alrededor de los tres cuartos” declaró Daniel Tanuro, teórico ecosocialista, para quien evidentemente los objetivos que proyectan las potencias ecónómicas no podrán ser nunca alcanzados con “soluciones simplistas” como las políticas voluntaristas de impuestos ecológicos, o la expectativa de que el impulso tecnológico nos rescate. Para cualquier persona o empresa consciente de la real crisis ambiental, ninguno de esos planteamientos tiene el potencial de disminuir sustancialmente el cambio climático a las escalas globales que son requeridas.ILUMINET.