biocombustibles

Los biocombustibles se popularizan, pese a las dudas sobre el impacto económico y ecológico

unitec-agro-biocombustiblesLa economía mundial está adquiriendo una nueva adicción energética: los biocombustibles.

Los combustibles provenientes de productos agrícolas como el etanol y el biodiesel se están convirtiendo en un componente vital del suministro energético global, a pesar de la creciente preocupación sobre su impacto negativo sobre el medio ambiente y los precios mundiales de los alimentos. 

La producción de biocombustibles está aumentando rápidamente, mientras que otras fuentes de combustibles no consiguen mantenerse a la par de la demanda. Como consecuencia, los biocombustibles representan una porción mayor de la brecha en el suministro de energía mundial de lo que esperaban los analistas. Eso significa que el debate por los biocombustibles probablemente pasará de preguntarse si son buenos o malos a debatir cómo asegurar que su producción continúe aumentando, sin causar un desastre económico y ambiental.

En la actualidad, la producción de biocombustibles sube anualmente el equivalente de unos 300.000 barriles de petróleo al día. Esto supone una gran ayuda en la creciente demanda de petróleo, la cual el año pasado aumentó en unos 900.000 barriles al día.

Sin los biocombustibles, los cuales pueden refinarse para producir combustibles muy similares a los producidos con petróleo, los precios del crudo podrían ser incluso más altos. Francisco Blanch, estratega de commodities de Merrill Lynch, dice que los precios del petróleo y la gasolina serían un 15% más caros si los productores no estuvieran aumentando su suministro. Eso situaría el petróleo a más de US$ 120 por barril.

Los biocombustibles están jugando «un papel crítico» a la hora de satisfacer la demanda mundial, dice Fatih Birol, economista jefe de la Agencia Internacional de la Energía. Sin ellos, «sería mucho más difícil equilibrar los mercados mundiales de petróleo», dijo.

Las repercusiones son enormes. Tras el entusiasmo inicial en 2005 y 2006, los ecologistas y algunos economistas ahora culpan a los biocombustibles por varios problemas mundiales. Entre ellos, una drástica alza en el precio del maíz y otros cultivos usados para biocombustibles, los cuales a su vez han causado un aumento en la inflación mundial y protestas en algunos países.

Muchos ambientalistas ahora creen que los biocombustibles emiten grandes cantidades de gases de efecto invernadero, en lugar de reducirlas como se pensaba, en parte porque los agricultores talan bosques para sembrar cultivos como el maíz, lo cual libera rápidamente más dióxido de carbono a la atmósfera.

Organismos internacionales, incluyendo la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, han hecho un llamamiento a los gobiernos para que resuelvan los problemas creados por los biocombustibles y algunos países han comenzado a replantearse su apoyo a éstos.

Pero reducir la producción de biocombustibles no será fácil. De la misma forma en que los países en desarrollo continúan engullendo carbón a pesar del alto costo para el medio ambiente, los consumidores occidentales anhelan cualquier combustible que haga funcionar sus automóviles, incluso los biocombustibles.

Es posible que se desarrollen nuevos biocombustibles que planteen menos problemas. En India y Africa, los agricultores están ampliando la producción de jatropa, un arbusto no comestible que se cultiva en tierras marginales y que requiere relativamente poca agua. También está aumentando el interés por el miscanthus, un pasto perenne cultivado en el Reino Unido y otros lugares que puede usarse para generar energía sin aumentar el costo de las cosechas necesarias para el consumo humano.

Sin embargo, los agricultores prefieren cultivar productos con los que están familiarizados, entre ellos el maíz. Y la mayoría de los biocombustibles de «segunda generación» están llegando más lentamente al mercado de lo que habían previsto muchos expertos, lo que significa que podrían pasar varios años, si es que llega el caso, antes de que sean viables a gran escala.

También es posible que los biocombustibles de «primera generación», como el biocombustible derivado del aceite de palma, encuentren limitaciones que dificulten su expansión. El costo de las materias primas como el aceite de palma se ha disparado en el último año, reduciendo las ganancias de los productores y obligando a algunos a paralizar sus refinerías o cancelar algunas nuevas. Tampoco está claro si quedará  suficiente tierra o agua para continuar elevando la producción al ritmo actual de crecimiento.

Pero un descenso en la producción de biocombustibles sólo causaría restricciones en los mercados de energía mundiales y resaltaría más la dependencia mundial de los combustibles, sobre todo a medida que los productores de crudo tradicional se esfuerzan por aumentar su suministro.

Por Patrick Barta

Fuente: La Nación

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