Para 2010, el 5% del combustible utilizado en este país deberá provenir de fuentes renovables. Por su limitada producción, tendrá que importarlo.
LONDRES.- La Argentina presentó en Gran Bretaña la que podría ser, en la próxima década, su «exportación estrella» a este país y, a la vez, el más poderoso imán de inversiones: la producción de biocombustibles.
En una extensa conferencia llevada a cabo en el auditorio de la agencia Bloomberg, y con el auspicio de la embajada argentina en Londres y de la Cámara de Comercio Argentino-Británica, representantes del sector expusieron sobre el potencial de esta aún incipiente industria y del crecimiento asegurado de la demanda europea hacia 2020.
En este último punto hizo hincapié el titular de la sede diplomática argentina, Federico Mirré, quien resaltó que Gran Bretaña se autoimpuso como meta para 2010 que, al menos, el 5% del combustible comercializado en ese país provenga de fuentes de energía renovable, lo que la obliga a buscar proveedores externos dada su limitada capacidad productiva.
Durante la presentación, a la que asistieron representantes locales de Shell y British Petroleum, y de entidades financieras y fondos de inversión, el responsable del Programa Nacional de Biocombustibles, Miguel Almada, destacó el crecimiento sostenido en la última década de las exportaciones de aceite de soja y de girasol, que entiende son la base del aparato exportador de biocombustibles. «La industria del aceite vegetal tiene un corte netamente exportador, ya que sólo el 10% de la producción se destina al consumo local.
La Argentina está bien posicionada en el mercado mundial de materias primas de los biocombustibles», comentó.
Almada también precisó que las perspectivas para el corto y mediano plazo «ya son muy auspiciosas», debido a que la inversión en la producción de biodiésel «alcanzará los US$ 1800 millones» en 2015.
El funcionario agregó que la producción de biocombustibles «contribuirá a desarrollar las economías regionales» dado que una eventual mayor demanda exigiría la ampliación de los cultivos a otras zonas del país.
Corte obligatorio
En el evento también se aludió a la ley de biocombustibles que, en sintonía con la Unión Europea, dispone que desde el 1º de enero de 2010 se corte la nafta y el gasoil con un 5% de bioetanol y biodiésel, respectivamente. Esta circunstancia colocaría a la Argentina en una situación «de no retorno» hacia el desarrollo en este campo, que integra a la producción agrícola tradicional con la industria.
Según señaló Mirré, esta industria «ya ha comenzado a recibir» fuertes inversiones, como la anunciada por Terminal Puerto Rosario el mes último para instalar una planta con tecnología alemana de última generación por unos US$ 40 millones. En este predio se producirán 200.000 toneladas anuales de biodiésel, que serán exportados en su totalidad a Alemania. «De acuerdo con representantes de esta compañía, en la próxima década la Unión Europea tendrá una demanda de 10 millones de toneladas de biodiésel, y ésa es la principal razón por la que decidieron llevar a cabo esa inversión», dijo el diplomático.
Entre los proyectos más firmes también se hizo especial mención al de Repsol YPF, que estudia una inversión de US$ 30 millones en Rosario o en San Nicolás, así como a las potenciales inversiones de la japonesa Mitsui y del grupo Cargill, que analiza un plan de inversiones por US$ 80 millones.
Por Adrián Sack
Para LA NACION
Debate inglés entre la producción de alimentos y de combustibles
LONDRES.– El uso de biocombustibles generó una gran cantidad de defensores y promotores en Gran Bretaña gracias a la promesa de un menor impacto ambiental. Sin embargo, lo que parecía un claro punto fuerte fue puesto en duda por varios defensores de la ecología, que abrieron el debate en los medios de comunicación locales al confesar sus temores acerca de un eventual maltrato del suelo debido a la “sobreexplotación” de cultivos que ya no se utilizarían en primer término para la fabricación de alimentos. Al ser consultado por LA NACION sobre este tema, Enrique Ferrer Vieyra, de la sección Económica y Comercial de la embajada argentina en Londres, deslindó a la Argentina de esta amenaza, al menos para los próximos 15 o 20 años. “En nuestro país la producción actual de biocombustibles, y también la proyectada hasta el 2020 no afecta a los cultivos ya destinados a la posterior fabricación de aceites u otros productos alimenticios, sino que expandirían los existentes. En otras palabras, la producción de biocombustibles no opera en detrimento de las actividades más tradicionales, sino que la complementan”, aseguró.
Fuente: La Nación