El autor repasa las tendencias mundiales en la demanda de biocombustibles, contexto en el que la Argentina se ha posicionado como uno de los principales productores. Además, afirma que el país está en condiciones de seguir creciendo en ese sentido, a partir de la inversión en tecnología de procesamiento y la generación de políticas que impulsen la demanda interna.PorHoracio A. Irigoyen Lic. En Economia Y Doctor En Direccion De Empresas.
La ola mundial de incremento en la demanda de alimentos se potencia actualmente con el creciente empleo de productos del agro como insumo para la elaboración de biocombustibles. Nuestro país, a pesar de no contar con alicientes oficiales, también se destaca ampliamente en este rubro, ya que para el corriente año las previsiones de elaboración apuntan a 3.200.000 toneladas, de las cuales unos dos millones serán exportados, con lo que la Argentina se coloca a la cabeza de los países exportadores, sobre todo de biodiésel, ocupando un lugar de vanguardia junto a Estados Unidos, Francia, Alemania y Brasil. Actualmente es el cuarto productor mundial.
Los estudios realizados y las proyecciones de posible utilización de biocombustibles señalan que estos podrían llegar a significar un 35% del abastecimiento de la energía que utiliza el mundo.
En circunstancias como las que atraviesa nuestro país en estos momentos, en que parte del crecimiento notable de las importaciones se debe precisamente a combustibles y energía, es de destacar el papel que le cabe al desarrollo del potencial de producción de biocombustibles, ya que aumenta la demanda de productos agrícolas y permite mirar con optimismo los mercados externos.
Recientemente, al respecto, fuentes del Ministerio de Ciencia e Investigación de España señalaron que en ese país (y en casi toda Europa) la producción de biodiésel es baja debido a la importación de biocombustibles argentinos.
A pesar de que existen diversas fuentes de productos primarios para elaborar biodiésel, se observa un uso creciente de soja para ello, al extremo que para el año en curso se estima que alrededor del 30% de la elaboración de aceites de ese origen se orientará a producir biodiésel.
Debemos considerar que ya el año pasado la producción de dicho combustible orilló los 2.000.000 de toneladas representando un aumento de casi un 60% con relación al 2009. Sin embargo, esta demanda representa solamente alrededor del 18% de la utilización de la soja destinada a la industria.
No solamente debemos destacar la importancia de los elaboradores como demandantes de materia prima, sino también que la instalación de plantas productoras representó una inversión de unos 700 millones de dólares en los últimos cuatro años. Actualmente se encuentra en marcha otra importante serie de proyectos que aumentarían la capacidad actual en un millón de toneladas, representando nuevas inversiones por alrededor de 200 millones de dólares. Existen 23 plantas operando la elaboración de biodiésel en el país.
La importancia del producto para potenciar el objetivo político de un constante aumento de las exportaciones (sobre todo industriales) la demuestran las estimaciones del INTA acerca del volumen esperado para 2011, que según dicha fuente, alcanzaría valores cercanos a los 2.200 millones de dólares (superando las exportaciones de carne vacuna y menudencias).
La escasez de combustibles -problema mundial actual y de gravedad creciente- alcanza obviamente a la nafta. Al respecto, la materia prima utilizada proviene de la industria azucarera, que es la que está realizando inversiones (los ingenios llevan invertidos 300 millones de dólares en estos proyectos).
Sin embargo también existen otros para instalar nuevas destilerías para elaborar etanol, utilizando como materia prima original el maíz.
La producción actual de este combustible es de unos 100.000 metros cúbicos, aunque se prevé que este año ese volumen pueda llegar a duplicarse (lo que significaría utilizar unos 2.500.000 toneladas de caña de azúcar).
En lo que hace a la demanda interna debemos recordar que la ley 26.093 estableció la obligatoriedad de cortar el gasoil con biodiésel, actualmente en un 7%, existiendo posibilidades de extender el corte a 10% en el corto plazo. Con respecto a las naftas, también deben cortarse en un 5% con bioetanol.
Debemos sin embargo señalar que la obligación del corte en la proporción indicada no es totalmente respetada por la industria petrolera, sobre todo en el caso del gasoil.
En el caso de las naftas, existe actualmente un bache entre la oferta (que es insuficiente) y la demanda; sin embargo, el uso de naftas con etanol está generalizado en las provincias del Noroeste y parcialmente en las del Noreste, parte de Córdoba, Cuyo y norte de la provincia de Buenos Aires.
Lo señalado es una realidad y potencia las posibilidades de la agricultura de integrar cadenas de valor cada vez más diversas e importantes.
FUENTE: CLARIN