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Los granos, ante la elección de ser alimento o energía

7455265Tendencias / Debate en el seminario de Ciara-CEC.
Los expertos extranjeros analizaron las posibilidades de los biocombustibles y la incidencia que podrían tener sobre la provisión mundial de aceites y alimentos.
  

¿Son los biocombustibles la salvación para los países productores en vías de desarrollo? ¿Van a amenazar la provisión mundial de alimentos? ¿Qué interés juegan las petroleras en esto? Todas estas preguntas, que inquietan por igual a productores, industrializadores de granos y exportadores de cereales, parecen no tener respuesta. O tienen varias, algunas de las cuales se pudieron escuchar en el seminario de la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina y el Centro de Exportadores de Cereales (Ciara-CEC), «Alimentos y Energía, los nuevos escenarios para Argentina», realizado el pasado martes.

Bajo la convocatoria de Ciara, se agruparon varias de las opiniones vigentes y contradictorias entre sí, sobre el rol del biocombustible en la economía y en la sociedad en los próximos años.

Raúl Padilla, presidente de la entidad organizadora, señaló en su discurso de bienvenida que, ante la próxima perspectiva de un récord de producción de más de 92 millones de toneladas, el país debe empezar a posicionarse como productor de biocombustibles, «ya que tiene la materia prima, la capacidad y la logística para ello», según destacó Padilla.

«Ya se dio el primer paso para el desarrollo de esta actividad al sancionar la ley de biocombustibles, pero todavía faltan definir algunos aspectos muy importantes para contar con un óptimo y operativo marco legal», dijo el directivo de Ciara.

En la misma línea se inscribió el director ejecutivo de FirstForce, Sociedad de Desarrollo de Biocombustibles SA, Pedro de Sampaio Nunes, que en su disertación dijo que el desarrollo de los biocombustibles es positivo para los países en desarrollo. «La industria petrolera ve con mucha desconfianza entrar en biocombustibles, porque ve una competencia que antes no existía», dijo el experto.

Seguidamente alertó sobre la amenaza que constituyen los aumentos de los commodities en la producción de este tipo de combustibles. En su charla, Sampaio dijo que «para favorecer el desarrollo de bicombustibles es fundamental estimular la demanda de estos fluidos; actuar en provecho del medio ambiente; ampliar el suministro de materias primas; potenciar las oportunidades comerciales; apoyar a los países en desarrollo y fomentar la investigación «.

En favor y en contra

En cuanto al cuidado del medio ambiente, el directivo dijo que es necesario «poner de relieve los beneficios que traen los biocombustibles en términos de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero».

En la vereda de enfrente, el director de Mercados y Comercio Agrícola de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), Loek Boonekamp, advirtió que los países que impulsan las políticas de producción de biocombustibles como el etanol deberían tener una mirada fría sobre las ventajas de avanzar en ese sentido.

«Si el 10% actual de naftas fuera cubierto por biocombustibles, implicaría que se estaría utilizando un 30% del cultivo de cereales, oleaginosas y azúcares en los Estados Unidos, Canadá, la UE y Brasil. Habría que preguntarse cuál es la sustentabilidad de la expansión de este tipo de combustibles cuando se requiere tanta superficie arable», dijo Boonekamp, que, además, relativizó los beneficios del etanol para el medio ambiente.

La opinión de Boonekamp no fue compartida por algunos de los integrantes del público, como Martín Fraguío, director de Maizar. «Creo que lo que dijo Boonekamp es discutible», dijo Fraguío, que, como Sampaio, sostuvo que la producción de etanol es una tendencia sin vuelta atrás. «Nadie está exento de interés. Hasta las compañías del downstream del petróleo (las que tienen refinerías y estaciones) consideran al biocombustible una oportunidad y están diseñando productos en ese sentido», dijo Fraguío.

«Por otro lado, hay una tendencia mundial hacia un aprovechamiento más eficiente de la energía y los gobiernos lo saben. La fermentación (en el almidón de maíz o en los azúcares) logra energía que funciona con temperatura constante y sin necesidad de calor extra. No hay nada más eficiente que eso», dijo Fraguío, que si bien consideró que la Argentina tiene posibilidades con el etanol, dijo que la reducción de su superficie de maíz la puso en desventaja, sobre todo frente a países como Brasil, que desarrolla una política pro etanol desde hace 30 años.

Por Mercedes Colombres
De la Redacción de LA NACION

Oportunidad para el aceite de soja de la Argentina

El que dio una perspectiva diferente en el seminario de Ciara fue el director de la aceitera india Godrej Internacional, Dorab Mistri, cuya disertación se centró en el rol de los alimentos en un escenario de desarrollo de biocombustibles y mayor demanda de granos para la energía.

«Como va el mundo, hacia 2010, la demanda de aceites vegetales se incrementará en 25 millones de toneladas», dijo Mistri, que es ejecutivo de una de las aceiteras y compradoras de aceite más importantes de la India, con sede en Londres.

De acuerdo con el analista, en este escenario la palma puede aportar 11 millones extra de aceite, la colza, 5 millones; el girasol 1 millón y otro tanto el maní y el algodón.

«Con esas proyecciones se producirá una brecha entre oferta y demanda de entre 7 y 8 millones de toneladas de aceite que, probablemente, debamos cubrir recurriendo a la soja, con lo cual se abre una posibilidad de mejorar su producción en la Argentina y Brasil», dijo Mistri.

«Pero Brasil no podrá expandir su cultivo de soja si los precios no aumentan más allá de los precios actuales y si el real no se fortalece un poco», advirtió el experto y agregó que, este hecho, no significa otra cosa que una oportunidad única para la soja local. «Ahora la Argentina debe decidir si la producción adicional de soja para satisfacer la demanda de aceite es por expansión de cultivos o por mejor tecnología», reflexionó el ejecutivo.

Desventaja

La desventaja de esto es que, entre todas las materias primas, la soja es la que menor contenido de aceite tiene por semilla, según explicó el analista Pedro de Sampaio Nunes en su disertación.

«La productividad del cultivo, y el contenido en aceite de la semilla definen el ratio de aceite que se puede extraer de una hectárea de terreno. En este contexto, la colza es la semilla con una productividad mayor por ha, alcanzando los 3,5 t/ha en la UE. La siguen el girasol, con un 41% de aceite por semilla. La soja puede alcanzar una productividad elevada, pero su contenido en aceite es muy bajo, porque sólo acaba extrayéndose el 18% en peso de la semilla en forma de aceite, siendo el resto utilizable sólo para harinas», dijo Sampaio.

Fuente: Diario La Nación

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