En momentos en que el sector bate récords de producción, afirmó que el azúcar argentino es el más barato del mundo y que «la protección es necesaria»

AzucarJorge Zorreguieta, presidente del Centro Azucarero Argentino.

Cree que para iniciar un programa de biocombustibles como el de Brasil es necesario modificar primero la ley local.

Corren buenos tiempos para el sector azucarero argentino, que se mueve en el mejor de los mundos dentro de un esquema de excelentes precios internacionales, alta protección ante la competencia externa y buenas condiciones climáticas. 

En medio de esta bonanza, la producción de azúcar registró un nuevo récord durante la campaña 2006-2007, con 2.312.000 toneladas, que representan un 14% más que la campaña anterior. El 70 por ciento de esta producción se destina al mercado interno, mientras que el resto, unas 650.000 toneladas, se vuelca a la exportación, principalmente a los mercados de Rusia, Estados Unidos y Chile.

Jorge Zorreguieta, presidente del Centro Azucarero Argentino, conversó con LA NACION sobre la realidad actual del sector. Sin abandonar el tono sereno y el hablar pausado, afirmó que el azúcar argentino es el más barato del mundo, defendió los altos aranceles a la importación y sostuvo que no es posible instrumentar un programa de producción de combustibles alternativos similar al de Brasil si no se modifica la ley de biocombustibles local.

-¿La producción azucarera está en su mejor momento?

-El azúcar batió en los últimos dos años los récords absolutos de producción. Esto es notable y se dio fundamentalmente gracias a un progreso tecnológico. Es decir, mayores inversiones en todo tipo de máquinas y equipos, tanto en el campo como en la industria y, además, un manejo racional de la caña de azúcar y de las fábricas. Se ha elevado el porcentaje de productividad en el campo, pero también en la extracción del azúcar de la caña. En definitiva, estamos produciendo por hectárea cosechada de caña un promedio de 9,31 toneladas de azúcar. Eso nos pone en un parámetro muy bueno en el orden internacional y, obviamente, no es producto de un día.

-¿Cómo está ubicada la Argentina respecto de otros grandes productores?

-Estamos muy bien. Claro que hay países que subsidian muchísimo su producción y por lo tanto pueden producir mayor cantidad de azúcar por hectárea. Nosotros no subsidiamos en absoluto.

-Pero acá existen altos aranceles a la importación, que eliminan toda posibilidad de competencia. ¿Quién recibe más ayuda?

-Ellos, por supuesto. Porque además de tener subsidios están mucho más protegidos que nosotros. En Estados Unidos hay cupos… dentro del cupo cobran 14 dólares de arancel por cada tonelada importada y fuera del cupo están superprotegidos con impuestos altísimos. Además, acá no hay competencia porque el azúcar argentino es el más barato del mundo.

-¿Qué esquema de protección tiene el azúcar aquí?

-Tiene un derecho ad valórem, que es el 20% para el mundo y el 18% para Brasil. Y un derecho específico que resulta de la diferencia entre un precio mundial de varios años menos el precio de cierre del último mes del mismo mercado (Mercado de Londres N° 5).

-¿Acá se produciría lo mismo sin esa protección?

-Sí. Yo diría… bueno, no quiero que en el Gobierno digan: «Ah, si producen igual, entonces les sacamos los aranceles»… pero como el Gobierno no lo va a hacer… Hay que pensar que nosotros estamos en un nivel de precios muy apropiado para el equilibrio de precios del propio Gobierno. Así que yo no creo que se quiten los aranceles. Esa discusión no se ha planteado. Por otra parte, yo diría que no hay razón para pensar que vamos a ser invadidos por el azúcar.

-Pero, si no hay riesgo de ser invadidos, ¿por qué el sector sigue protegido?

-[Duda] Bueno… Estamos protegidos por nuestros precios internos. Además, Brasil, que es el gran productor mundial, tiene mercados que le pagan más que a la Argentina. Nosotros estamos exportando 650.000 toneladas, que no es poco. Entonces, si nosotros somos exportadores y podemos vender al mundo, es difícil que otro país exportador invada a la Argentina.

-Por eso mismo, ¿por qué tiene razón de ser la protección?

-Porque es necesaria por la diferencia de sistemas de producción. Brasil, que es el mayor productor mundial, tiene grandes ventajas comparativas debido a la producción de alcohol, a la que destina el 50% de su caña de azúcar. Es un poco complejo de explicar, pero en resumen ellos tienen menos costos de producción.

-¿Tiene que ver con la mano de obra y las condiciones de trabajo?

-No voy a hablar mal de los brasileños… Pero nosotros tenemos una zafra mucho más mecanizada que ellos.

-¿No cree que se adoptó una estrategia equivocada al mantener los aranceles y quedar fuera del Mercosur, teniendo en cuenta que Brasil acaba de firmar un acuerdo con Estados Unidos para producir etanol?

-No por ahora. La ley actual de biocombustibles no nos permitiría otra estrategia, porque no está ayudando a que vengan capitales del exterior o a que las plantas instaladas puedan adaptarse para la producción de biocombustible, por medio de subsidios estatales, exenciones impositivas y demás… No ignoramos el tema del biocombustible, pero habría que modificar primero esa ley y después prepararse para una adaptación.

-¿Han conversado sobre esto con el Gobierno?

-Tuvimos conversaciones, pero no lo hemos apurado, porque entendemos que tiene otras prioridades. Yo creo que eso se puede modificar, pero vamos a tener que esperar, puesto que todavía no tenemos los recursos ni la ayuda estatal que nos permita trabajar en forma correcta.

– ¿Prevé nuevas inversiones en el sector?

-Por supuesto. Esto es un proceso que no se va a detener así nomás. Claro que dependemos de cuestiones climáticas y demás, pero la productividad ha ido aumentando y eso siempre se traduce en nuevas inversiones.

-Se lo ve muy optimista. ¿Confía en las políticas de este Gobierno o en los buenos precios internacionales?

-Confiamos en nosotros mismos. Acá hay un proceso de compra de maquinaria agrícola muy importante… No hay ningún temor. Creemos que los números de la economía están bien. Nosotros creemos en este esquema de producción, hay una excelente relación de las fábricas entre sí y de los ingenios con los cañeros.

Por Carlos Manzoni
De la Redacción de LA NACION

Perfil

Esposas: Jorge Zorreguieta contrajo matrimonio en primeras nupcias con Marta López Gil y, en segundas nupcias, con María del Carmen Cerruti.

Hijos: tiene siete hijos. La más conocida es Máxima, princesa de Holanda, esposa del príncipe Guillermo Alejandro, heredero del trono de ese país. Máxima es fruto del segundo matrimonio, junto con Martín, Juan e Inés. En tanto, María, Angeles y Dolores corresponden a su primer matrimonio.

Cargos: presidió la Comisión Coordinadora de Entidades Agropecuarias (1960/76) y fue secretario de Agricultura (1979/81). Desde 1984, es presidente del Centro Azucarero Argentino.

Fuente: Diario La Nación

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