biocombustibles

El biodiésel queda fuera de combate

El aumento en los derechos de exportación y la rebaja en el precio del fluido para el mercado local frenan la producción y sacan del negocio a las empresas.Por Roberto Seifert  | LA NACION.

Hoy en las industrias del biodiésel, tanto las grandes que se dedican a la exportación, como las pequeñas y medianas, que abastecen el mercado interno, sufren abatimiento y reina la incertidumbre. Es que el aumento de las retenciones a las exportaciones y la rebaja en la cotización para el mercado local las dejan fuera de combate.

No es para menos, se ponen en jaque más de 4800 millones de pesos en inversiones y más de 6000 puestos de trabajo, entre directos e indirectos. Reducir el diferencial que existía en las retenciones (que del 14 por ciento pasaron al 24,2) con el resto de los subproductos de la soja desalienta la exportación y dejar de exportar aumenta los costos fijos por la capacidad instalada ociosa. Ese diferencial era el que le daba competitividad al biodiésel nacional para contrarrestar los efectos de los aranceles que se aplican en el exterior.

En tanto, la baja del 15% en el precio del biodiésel para abastecer el mercado local desaloja del negocio a las pymes porque no pueden cubrir sus costos. «Con este precio de venta es imposible seguir operando», dijo a La Nacion el presidente de la Cámara de Pymes de Energías y Biocombustibles, José Luis Martínez Justo.

Lo difícil de entender es que esta actividad fue promovida por este mismo Gobierno, que hoy le pega un tiro en el corazón. A mediados de la década pasada el ministro de Planificación Federal, Julio de Vido, fue el impulsor de los biocombustibles, luego acompañado por Javier de Urquiza que acababa de dejar el cargo de secretario de Agricultura.

La iniciativa original apuntó al agregado de valor a los productos primarios y a la sustitución de importaciones de gasoil. Cabe recordar que la producción de biodiésel se utiliza para el corte del gasoil, que en 2010 fue del 5 por ciento y luego pasó al 7 %. Para este año estaba previsto el corte del 10 por ciento.

El programa tuvo un crecimiento exponencial, por eso resulta contradictorio también que justo ahora se le quiten incentivos cuando el país alcanzó el cuarto lugar (detrás de Alemania, Francia y Brasil) en la producción de biodiésel, con 2.400.000 de toneladas (y con la perspectiva de llegar cuatro millones de toneladas el año próximo), y el primer puesto en exportación (el 90 % se embarca a Europa), con 1.690.000 toneladas por 2000 millones de dólares.

Pero la semana pasada, el viceministro de Economía, Axel Kicillof, anunció el aumento de los derechos de exportación y la reducción del precio del biodiésel destinado al mercado interno. De esta forma el Gobierno apunta a tener más «caja» como resultado de una mayor recaudación en concepto de retenciones y obliga a las empresas a vender más barato en el mercado interno.

Al explicar la medida, Kicillof señaló que «la industria de biodiésel, gracias a esta administración, se convirtió en la primera exportadora del mundo y llegó a un punto tal de madurez que la modificación de la alícuota no hace otra cosa que ponerla en línea con el resto de la cadena».

La actividad hoy «está muerta», pero en el sector abrigan la posibilidades de «revivirla». Eso si prospera el compromiso asumido por el Gobierno de analizar la problemática planteada por los industriales y si aporta alguna solución. En ese sentido, Martínez Justo dijo que desde la entidad han presentado a las autoridades una planilla de costos en la cual explican que con los nuevos precios el negocio no cierra (ver aparte).

Primer golpe

La exportación de biodiésel ya venía golpeada desde mayo pasado cuando España, como reacción a la expropiación de YPF por parte del gobierno argentino, «sacó del freezer» una orden ministerial que impide la utilización de biodiésel no producido en ese país. Y así le cerró el grifo a la Argentina y a Indonesia, que eran los países proveedores.

El golpe fue muy duro, porque hasta 2011 España representaba el 70 por ciento de las exportaciones argentinas. Hoy las ventas están paradas, sólo se están completando compromisos ya contraídos que concluirán a principios del mes próximo.

Pero a esta situación se le sumaron otras dos variables que complicaron el panorama. Según las fuentes consultadas, por un lado, hay aceites más baratos que los de soja en el mercado, fundamentalmente los de palma y de colza, que tienen otros orígenes, y por el otro, un reclamo de la Asociación Europea de Biodiésel presentado a la Comisión Europea contra la Argentina, por supuesto dumping provocado por el citado diferencial de retenciones del biodiésel respecto del aceite y de las harinas de soja (que son del 32 por ciento), y «con el objetivo de evitar la entrada de nuestro producto a Europa e industrializar en destino primarizando nuestras exportaciones», según señaló en un comunicado la Cámara Argentina de Biocombustible (Carbio).

Esta cámara agrupa a las empresas que producen y exportan más del 98 por ciento del biodiésel generado en el país. Son Aceitera General Deheza (AGD), Bunge, Cargill, Explora, Louis Dreyfus, Molinos Río de la Plata, Patagonia Bioenergía, Noble Argentina, Renova, Unitec Bio, Vicentín y Viluco.

Las plantas más grandes están localizadas en la zona de San Lorenzo, provincia de Santa Fe, pero también hay pymes que se ubican en Santiago del Estero y San Luis.

En el sector entienden que estas restricciones les están quitando margen de maniobra. Hay empresas que están haciendo ampliaciones y otras están construyendo.

También lamentan que se frene la elaboración de un producto al que se le está dando valor agregado y sobre todo preocupa que el aceite que no se destine al biodiésel se vuelque al mercado de los aceites.

Recuerdan también que el biodiésel también sirvió estratégicamente para enfrentar embates como el ocurrido en 2010, cuando China dejó de comprar aceite de soja. El biocombustible fue una alternativa.

El mercado mundial de aceite de soja es unos ocho millones de toneladas y volcarles un adicional de dos millones de toneladas provocará una depresión en los precios.

En ese sentido fuentes de la industria aceitera coincidieron en que «obviamente, en la medida en que haya menos consumo de biodiésel ese aceite disponible va a presionar los precios del mercado, habrá una oferta extra que antes de esta situación no existía».

Ante este contexto tan complejo hay quienes están «convencidos y esperanzados de que van a poder sentarse con los funcionarios que están a cargo de las políticas bioenergéticas para encontrar una salida, porque todas estas industrias se han creado desde que está este Gobierno».

En tanto, la Asociación de la Cadena de la Soja (Acsoja) alentó la necesidad de un diálogo entre las autoridades y el sector privado que «permitan arribar a una positiva solución para esta industria que permita mantener el alto ritmo de inversión y aprovechar la generación de nuevas oportunidades»..

FUENTE: DIARIO LA NACION

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