Patagonia

El país ya podría producir 300 megavatios de energía eólica

EnergiaEolicaEsto generaría desarrollo tecnológico y exportaciones de alto valor agregado.

Con sólo instalar inicialmente 300 megavatios eólicos, básicamente en la costa bonaerense y en algunos sitios de la Patagonia, la Argentina podría generar entre 6000 y 15.000 puestos de trabajo, según el porcentaje de componentes o diseño nacionales de los molinos que se fabriquen aquí.

«Básicamente, se ganaría desarrollo tecnológico, puestos de trabajo calificados y exportaciones de alto valor agregado», afirma el doctor Erik Spinadel, presidente de la Asociación Argentina de Energía Eólica (AAEE) y vicepresidente de la Asociación Mundial de Energía Eólica. 

En medio de la mayor crisis eléctrica de la historia, y en una ciudad muy ventosa y que sabe tanto de desocupación como de apagones, del 2 al 4 del mes próximo se celebra en Mar del Plata el 6° Congreso y Exposición de la Asociación Mundial de Energía Eólica (WWEA). Será en el hotel Sheraton y en la base naval local, acudirán expositores internacionales de una industria que mueve 80.000 millones de dólares anuales y la Argentina tendrá una oportunidad única de atisbar lo que podría ganar si adoptara medidas «pro eólicas» como las de Alemania, España, Dinamarca, Estados Unidos, China, la India y Brasil.

¿Pero por qué calculan que sólo se podrían producir 300 megavatios eólicos, cuando la Argentina atravesó el invierno con un déficit al menos entre 9 y 12 veces superior a la electricidad que podrían producir esas turbinas, aun con los magníficos vientos locales? «Porque el viento no deja de ser un recurso intermitente -contesta la doctora Laura Giumelli, de la AAEE-, y esto causa desorden en las redes eléctricas salvo que tengan una estructura de malla cerrada, como las de Europa o los Estados Unidos, con sitios de producción y consumo eléctricos muy interconectados y relativamente cercanos. No es nuestro caso. Tenemos redes muy lineales y largas, debido a la mala distribución de población y recursos en el territorio.»

La posición de Giumelli genera polémica aun dentro de la propia AAEA y se extiende a las grandes empresas de ingeniería que intentan desarrollar turbinas made in Argentina, Impsa e Invap. Pero lo que nadie discute es que si la Argentina pasa de comprador marginal de molinos a fabricante mínimo, pero fabricante al fin, entraría en una suerte de «big bang» tecnológico, comparable a los que generaron aquí y en otros tiempos las industrias nuclear y aeronáutica.

Ocurre que fabricar molinos requiere mucho saber experto: aunque el principio de funcionamiento de estos equipos es sencillísimo, tienen que durar hasta 114.000 horas, mientras que los mejores automóviles del mundo a lo sumo resisten 3000 horas de marcha hasta su desguace. Y la resistencia descomunal de los molinos se debe a que resumen un cúmulo de ingenierías como la aerodinámica, la de materiales especiales, la mecánica de precisión y la electrónica, asuntos en los que la Argentina tiene buenos recursos humanos.

Y de recursos naturales, ni hablar. La velocidad anual promedio de viento en Pico Truncado, Santa Cruz, es 1,7 veces mayor que en el estuario del Elba, uno de los lugares más ventosos de Alemania. Como la potencia del viento es función del cubo de su velocidad, un molino alemán puesto en Truncado puede generar casi 5 veces más electricidad anual que en su lugar de origen, aunque seguramente durará menos años.

Cuesta y duele pensar que Alemania tiene casi 21.000 megavatios eólicos instalados; España y los Estados Unidos aproximadamente 12.000 cada uno, y la Argentina, con los mejores vientos continentales del planeta sólo 27. Peor aún, el único componente nacional de los pocos equipos instalados aquí son las torres de algunos molinos en Comodoro Rivadavia.

Si Giumelli tiene razón, el país está perdiendo plata. La industria eólica mundial viene creciendo entre un 25 y un 31% anual acumulado desde hace tres décadas y genera 250.000 puestos de trabajo experto. Sumando recursos, necesidades y oportunidades, la Argentina podría ser ya no sólo productora de sus propios molinos, sino exportadora.

Y lo que dice la AAEE es que todavía se está a tiempo de dar este paso, y que es un asunto muy simple: «Hay que adoptar las tarifas promocionales de Europa -dice Spinadel- y el resto sucede solo», remata.

¿A qué se refiere Spinadel cuando dice «el resto»? A la instalación súbita de fábricas europeas en el país, a la apertura de por lo menos 20 puestos de trabajo directos por cada megavatio instalado y a la inauguración de un rubro de exportación tecnológico no sólo para las firmas extranjeras que se radiquen aquí, sino para las dos nacionales que «se salen de la vaina» por meterse en este increíble mercado.

Europa pasó en sólo una década de fabricar molinos de un megavatio por unidad a los colosos de cinco o seis megavatios por pieza y alturas de 130 metros o más. A su vez, la demanda mundial de molinos ya sobrepasa la oferta, de tal modo que las entregas se dilatan entre dos y cuatro años. Como respuesta de crisis, los europeos están transfiriendo al Tercer Mundo fábricas enteras de equipos que a ellos les resultan chicos para no perderse las ventas.

¿Y adónde «aterrizan» tales fábricas? «En los países con tarifas altas fijadas por ley», coinciden en la AAEE. Y entonces se entiende por qué Brasil pasó de unos 50 megavatios instalados el año pasado a 256 hoy y por qué la India y China están implantando miles de turbinas en sus territorios. Y se entiende también por qué Chile y Perú, con buenos vientos costeros, intentan meterse en la movida.

En la AAEE dicen que el ejemplo a imitar es España. Ese país decidió entrar en el rubro eólico tan a lo grande que hace una década era «una nota al pie» dentro de la capacidad instalada mundial y a fecha de hoy tiene 11.615 megavatios, una tecnología propia (tan buena como la alemana o la danesa) y la marca de mayor venta en el mundo.

Como sea, la conferencia eólica mundial de Mar del Plata probablemente haga que la Argentina empiece a hacerse algunas preguntas.

Por Daniel Arias
Para LA NACION

Fuente: La Nación

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