biocombustibles

Los farmers ganan plata hasta cuando sopla el viento

farmers-energia-eolicaEn Illinois, en pleno cinturón agrícola norteamericano, los campos ahora lucen decenas de molinos de viento.  

ARROWSMITH, Estados Unidos.- Allí están, imponentes, como vigilando los campos. Se entremezclan en un paisaje dominado por cientos de miles de hectáreas con maíz y, algo menos, de soja. Con el boom del etanol, que ya impulsa a los productores norteamericanos a hacer más superficie con el cereal, en pleno corazón agrícola, en el estado de Illinois, hay otro fenómeno que sorprende: la instalación de molinos de viento para energía eólica.

Parece extraño verlos en medio del cinturón maicero. No obstante esa impresión, son parte de la política norteamericana que busca desarrollar fuentes de energía limpias y renovables. 

Se trata de un asunto no menor en un país altamente dependiente de las fuentes fósiles. En efecto, según dijo a LA NACION Matías Nardi, un argentino que hoy se desempeña en Clemson University, en 2006 en EE.UU., las fuentes fósiles tuvieron una participación del 84% en la matriz energética, lideradas por el petróleo (39%), el carbón (23%) y el gas natural (22%); la energía nuclear y las fuentes renovables participaron en el 9 y el 7%, respectivamente, de la matriz energética. Un dato más: el año pasado los Estados Unidos consumieron 99,87 cuatrillones BTU (british termal units) , mientras que en el nivel mundial el consumo de energía ascendió a 446,44 cuatrillones BTU. Ese país consumió el 22,37% de la energía de un año; con 305 millones de habitantes consumió, además, cinco veces más de energía per cápita que la Argentina.

Al margen de los números y de la dependencia norteamericana de fuentes no renovables (en petróleo, el 77% del consumo es importado), aquí, a 140 kilómetros de la ciudad de Springfield, la capital del estado de Illinois, hay 240 molinos de viento en unas cuantas decenas de granjas desparramadas en un radio de 40 kilómetros. Son molinos de viento que han pasado a formar un paisaje nuevo; hasta tal punto eso es así, que aquí hay gente que ya habla de estos campos como «las fincas de los molinos de viento».

En el fondo, esta región es la cabecera de un proyecto todavía más ambicioso: la instalación de 1000 molinos en Illinois.

LA NACION conoció hace tres semanas, en el contexto de una visita al Farm Progress Show y una posterior recorrida por el cinturón maicero, el campo de Warren y Betty Bane, que ilustra bien este fenómeno por la energía eólica.

Los Bane, propietarios de una finca de 350 hectáreas, tienen seis molinos. Horizon Wind Energy los instaló -hoy cada molino cuesta entre 1,5 y 2 millones de dólares-, «compró» los derechos del viento en el campo de los Bane y comenzó a pagarles un canon por cada molino. En el medio se firma un contrato a 30 años de plazo. Independientemente de lo que «produzca» cada uno de estos molinos autodireccionables, la compañía paga un canon de 5100 dólares por año por molino. Son en total casi 31.000 dólares de ingresos extra al año que Bane considera importantes. «Los molinos ayudan cuando no hay [buenos] precios», comentó el productor, ante un grupo de productores argentinos que visitaron su finca tras un viaje al Farm Progress Show organizado por John Deere. En EE.UU. esta firma financia a las empresas que instalan los molinos.

«¿Qué lugar le asigna como productor a esta experiencia? ¿Cómo la ve respecto de los biocombustibles?», le preguntó LA NACION. «Esta energía puede llegar a ser más importante que la del etanol», respondió. «¿Cómo es eso?», insistió este cronista. «Esto no afecta en nada el costo de producción de otros productores», dijo. Se refería a que el boom del etanol tuvo un impacto en el valor del maíz que utilizan los productores de ganado vacuno.

Energía para las ciudades

Aquí hay un plan concreto para impulsar esta energía. Las empresas que instalan los molinos y son proveedoras de la energía tienen impuestos más baratos. «A nivel federal se han establecido los lineamientos normativos generales para el desarrollo de la energía eólica y, además, se ha acoplado a leyes preexistentes de otra índole. Ejemplo de esto último es la inclusión de la energía eólica en la ley agrícola de 2002 por un período de cinco años con montos de 23 millones de dólares por año. Sin embargo, el Departamento de Agricultura (USDA) ha otorgado durante los primeros cuatro años 84 millones de dólares en cesiones no reembolsables y 34 millones de dólares en fondos de garantía para préstamos en 807 proyectos distribuidos en 44 estados», indicó el especialista de Clemson University.

Por su parte, los productores que tienen molinos no sólo ganan por el pago de un canon; también lo hacen, aunque por una sola vez, cuando se realiza el tendido de la línea para la energía. Por cada 400 metros las compañías pagan 100.000 dólares. Y se beneficia tanto el dueño del campo donde están los molinos como los vecinos por donde pasa esa línea. Cuando llegaron los molinos, a Bane le tendieron en total un cableado bajo tierra de unos 100 kilómetros.

Pero, más allá de este dato anecdótico, sin duda lo más importante es lo que generan estos «gigantes» de 80 metros de alto (hasta el nivel de la turbina) por 40 metros por cada una de sus «alas».

En rigor, desde una zona que tiene en marzo y abril a los meses con más viento, los 240 molinos de la región abastecen de energía a 120.000/140.000 casas, aproximadamente. A 14 kilómetros del campo de Bane se «conecta» toda la energía de la región. Una parte importante de toda la energía tiene como destino la ciudad de Chicago, entre otras. En el caso de Bane, los seis molinos suman una capacidad de casi 10 MW; la relación es 1.65 MW por cada molino instalado. El entusiasmo que genera esta energía contagia. La mejor prueba son las proyecciones sobre la instalación de más molinos.

Por Fernando Bertello
Enviado especial

Una estrategia con apoyo político

Según dijo a LA NACION Matías Nardi, especialista de Clemson University, la energía eólica, aunque minoritaria en relación con otras fuentes, está en alza por las nuevas políticas. Y se inscribe en el contexto de un escenario mundial que a mayor generación de riqueza necesita más energía. «A nivel estatal, en la actualidad más de 20 estados han establecido estándares de portfolios de energías renovables que obligan a los proveedores de energía eléctrica a incorporar porcentajes mínimos preestablecidos a partir de esta fuente renovable. Al mismo tiempo, estos estados han establecido incentivos fiscales para el desarrollo de la energía eólica. Estos fondos están siendo utilizados para el desarrollo de «campos de molinos de viento» ( wind farms ) a lo largo y ancho de los Estados Unidos. Por ejemplo, en el estado de Illinois se están construyendo 1000 molinos de viento con una capacidad de 2 MW por molino que generan entre 20.000 y 40.000 dólares promedio de ingreso por productor», expresó Nardi.

«Estas políticas de desarrollo de energía renovable a partir de molinos de viento genera una transferencia de fondos del consumidor de energía, ya sea residencial, comercial o industrial hacia, en este caso, los productores de los Estados Unidos. A pesar de que la generación de estas políticas y la transferencia de los fondos generan mayores costos administrativos por parte del Gobierno, son justificados en base a la diversificación de las fuentes energéticas, la disponibilidad de energía para seguir desarrollando riqueza y, fundamentalmente, disminuir la dependencia del petróleo importado», concluyó.
Fuente: La Nación

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