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La detonación de los biocombustibles

El nuevo paradigma del siglo XXI.

Los biocombustibles detonaron fuerte en todo el mundo. Su ascenso al primer plano de la consideración global es consecuencia directa de la falta de seguridad en el abastecimiento de la principal fuente de energía, el petróleo. Un fenómeno que se agudiza, y que se agrega al creciente cuestionamiento ambiental. 

El paradigma de los años 70 era que el petróleo sobraba. El de los 80, que ya no sobraba tanto y además estaba en zonas conflictivas. El de los 90, que antes que se acabe el petróleo, se va a acabar el aire. Y en el arranque del siglo XXI, la cuestión pasa por la sumatoria de todo lo negativo: escasea, cada vez cuesta más encontrarlo y extraerlo; y si lo quemamos aportamos más dióxido de carbono a la atmósfera acelerando el proceso de calentamiento global (la principal amenaza ambiental que pesa sobre el planeta). Y encima el desarrollo económico explosivo de los países emergentes incrementa la demanda de energía.

Por eso el interés fenomenal que ha despertado la alternativa de destinar parte de la producción agrícola a la generación de energía, en especial para el transporte. Los biocombustibles son un sustituto de las naftas y el gasoil ideal, porque no requieren mayores cambios en los motores y en la infraestructura de distribución.

La Argentina, que tiene mucha experiencia en eso de convertir cada oportunidad en un problema, ya ganó con la decisión mundial de avanzar por este camino. Los principales productos de exportación, como la soja y el maíz, experimentaron fuertes aumentos de precios en los últimos meses, como consecuencia de la nueva demanda de materias primas para este destino. Recordemos que el etanol (que complementa a las naftas) se produce a partir de la caña de azúcar o de los cereales (como el maíz), y que el biodiésel proviene de los aceites vegetales. La Argentina es el segundo exportador mundial de maíz y el primero de aceites vegetales. En el primer caso, la producción aumentó un 50% en la última campaña, como respuesta a los mejores precios. Y se pronostica otro crecimiento similar para el 2007/8, ya que las cotizaciones siguen entonadas y los chacareros comprobaron que con estos niveles de precios, el maíz le compite bien a la soja. Una vieja panacea de quienes propugnan una relación más equilibrada, dada la tendencia a la «sojización» que algunos ven con el ceño fruncido.

Durante toda mi carrera como comunicador de temas agropecuarios, el telón de fondo fueron el proteccionismo y los subsidios de los países desarrollados. Todo funcionaba bajo el síndrome de la abundancia y los excedentes. Nadie ignoraba que una porción de la humanidad padecía hambre, pero sin embargo tanto en la vieja Europa como en los Estados Unidos, se dejaba más de un 10% de la tierra en barbecho para no incrementar los excedentes.

Peleas eternas en las rondas comerciales internacionales. Alegrías efímeras con pequeños avances, como la Ronda Uruguay, que abrió una puerta a la esperanza. Pero todo seguía más o menos igual, con nuevos ardides proteccionistas, basados cada vez más en chicanas para arancelarias.

De pronto, todo cambia. Ahora el mundo desarrollado siembra hasta debajo de la cama, y no alcanza. En la Unión Europea los campos en descanso ahora se siembran con colza, bajo contrato con las elaboradoras de biodiésel. En los Estados Unidos sembraron todo el «corn belt», le robaron tres millones de hectáreas a la soja (beneficiando a los productores del Mercosur, fundamentalmente a la Argentina) y avanzan sobre las áreas algodoneras y arroceras del sur, con lo que también mejoran los precios de estos productos tan importantes para nuestra región.

Sí, finalmente, entramos en la era de la escasez. Los biocombustibles no van a resolver definitivamente ni la crisis energética ni el calentamiento global. Harán falta otras tecnologías, y algunas ya están (como el Toyota Prius, un híbrido ahora imitado por el GM Volt de próximo lanzamiento en los EE.UU.). Pero su contribución es indudable, tanto como el beneficio que recibe el país, que va ganando por varios goles sin haber salido a la cancha.

Héctor A. Huergo

hhuergo@clarin.com

Fuente: Diario Clarín

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