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BIOCOMBUSTIBLES, LULA DA SILVA BUSCA ALIADOS EN ESPAÑA PARA ETANOL Y BIODIESEL

etanol-lula-petrobras-biodiLula busca de nuevo aliados españoles para sus abultados excedentes de etanol.

Quiere hacer de Canarias un puente para la producción en Senegal y Angola y llegar sin barreras al mercado europeo y Brasilinvest instalará en Valencia un hub para distribuir biocombustibles a la UE

El precio del etanol ha reducido el consumo brasileño, necesita nuevos mercados, busca sintonía con Madrid para sellar en mayo un acuerdo a la sombra del TLC UE-Mercosur.

Ana Zarzuela.- Insiste en hacer de Brasil la Arabia Saudí del etanol mundial y, antes de dejar el Palacio de Planalto, Lula quiere cumplir la coreografía global de Petrobrás y del resto de sus gigantes en biocombustibles. A la fuerza ahorcan: más de un tercio de los planes del segundo productor mundial y primer exportador de etanol requieren del mercado exterior, más aún ahora que ni los precios (un alza del 20% en cinco meses), ni la liquidez acompañan a los 25.000 millones de dólares de inversión prevista y que ver el techo a su mercado doméstico, ya el 90% de los coches vendidos son híbridos. Lula se saltar ya las líneas rojas de su modelo: negocia con Obama la paz al conflicto del algodón a cambio de una rebaja a los aranceles del etanol y, con la integración de Shell y Cosan le ha abierto la puerta a inversiones multinacionales para el sector. Brasil descuenta que la producción mundial crecerá un 200% en seis años. Otra cosa es que lleve sus apellidos.

Aún le duele el descenso del 44% de las exportaciones en 2009. Ni el acuerdo con México y el desembarco con las nuevas regulaciones chilena, argentina y paraguaya serán suficientes, busca atajos para llegar a Europa, el segundo mayor consumidor de biocombustibles. Hasta ahora el acceso al mercado ibérico -más expuesto al dumping, abocado a digerir el stock de EE UU y Argentina y con un tercio de las plantas a medio gas- no estaba despejado. Petrobrás prometió volver en 2010 al calor de la presidencia de la UE y lo ha hecho. Llaman a las puertas de Moncloa para que acelere el TCL de la UE con MERCOSUR, aunque Bruselas no confía en concluirlo ahora. Por si acaso, el Gobierno de Brasilia estira su plan ‘B’: el atajo de la producción y la geografía se hermanan con Canarias y le hacen sitio -tras el último viaje de Camps a Brasil-  al despliegue energético de Brasinvest, busca ya aliados locales. Serán sólo un aperitivo si Petrobrás consuma su desembarco como accionista de control en Galp: hasta ahora, se conformaba con la producción conjunta de biocombustibles a domicilio, pero la red de surtidores de la lusa le permitiría hacer penetrar punto a punto en toda la península ibérica su revolución del etanol.

Lula se embriaga, ha convertido a Petrobras en el abanderado de su diplomacia comercial ‘verde’ y fija el horizonte de sus expectativas: invertirá hasta 2013 2.400 millones de dólares sólo a expandir el etanol y los biocombustibles y prevé duplicar la producción de su principal planta de biodiésel, en Baia, hasta llegar a 217,2 millones de litros. Sólo tiene ojos para el horizonte que ilumina sus expectativas: un crecimiento de los biocombustibles del 200% en sólo seis años. Es el mismo suelo que lo ha llevado a hinchar a conciencia la burbuja del etanol y anunciar que triplicará la extensión de sus cultivos en cinco años, por más que se empeñen en explotarla la caída del precio del crudo, los aranceles, las dificultades de suministro, las dudas en el mercado internacional sobre las ventajas de este biocombustible, y los recelos estadounidenses y europeos a comprar con las condiciones ventajosas que Lula quiere. Si en 2008 produjo 26.600 millones de litros (un 15,6% más), en 2009 fueron 27.800. La ‘revolución’ de los biocarburantes de Lula tiene planes, inversiones y desde ahora la mano abierta al desembarco de multinacionales, pero necesita cada vez más mercados y aliados para la producción.  Se ha tenido que empezar a saltar sus propias excepciones, ahora que reconoce que Eldorado del etanol brasileño enseña sus fronteras.

Por primera vez, implementa la mezcla de etanol y biodiésel en los motores, un camino de ida y vuelta para flexibilizar su consumo y facilitar su acceso y sus alianzas en los mercados europeos, americanos y asiáticos. Por primera vez Petrobrás se ha lanzado a la producción de etanol (sólo lo hacía con el biodiésel, con cuatro plantas en funcionamiento), y ha inaugurado con GE la primera planta de energía del mundo que funciona con etanol. BP (que destinará 1.000 millones de dólares -la mitad de sus inversiones en investigación mundial en biocombustible- a expandir su refinería para crear un macrocentro de producción en Goias) producirá a partir de 2013 etanol de segunda generación. Y la alianza de Cosan con Royald Dutch/ Shell y su inversión de 1.650 millones de dólares para una empresa conjunta local de etanol rompe un paradigma que hasta ahora sólo había permitido una participación extranjera que no sobrepasaba el 6% de los recursos movilizados en torno a la «revolución del etanol».  Brasil ha permitido a una multinacional extranjera meterse en ‘la cocina’ de sus biocarburantes y compartir la producción y los riesgos, a cambio de opciones para el mercado europeo. También, de la evidencia de que son un mercado en auge.

Por primera vez en treinta años, Petrobrás ha tenido que importar gasolina: no sólo las ventas al exterior han caído más de un 40%, sino que el alza de los precios del azúcar -a niveles sólo alcanzados en 2007-  ha llevado a los productores locales a darle la espalda al etanol, a los consumidores a reducir su consumo en Brasil (un 25% en enero) y al Gobierno a reducir el peso obligatorio de la mezcla del etanol en la gasolina de un 25 a un 20%. Por primera vez, se prevé que las exportaciones caigan por debajo de los 3.000 millones de litros a mediados de 2010. Hay analistas que aconsejan importar etanol de maíz estadounidense, 300 dólares más barato por m3. Y es el propio Ejecutivo brasileño el que empieza a reconocer que en una década la disponibilidad de biocombustibles aumentará, pero no lo suficiente como para suplir a los tradicionales fósiles. A domicilio, ya siete de cada diez coches utilizan carburantes ‘bio’, un 27% del parque tiene el sistema flexi fuel y el etanol es el 51% de todos los combustibles utilizados, lo justo para que Petrobrás y sus gigantes del etanol comiencen a ver el techo de un mercado maduro, que puede saturarse en diez años.

Lula se juega buena parte del horizonte de su revolución en los ‘espejos’ comerciales de la Casa Blanca, no sólo porque el año pasado entre los dos produjeron el 99% del etanol mundial, sino porque en 2009, de los  5.000 litros de etanol que vendió al exterior, más de 1.500 millones fueron a su principal comprador, que no es otro que  EE UU. Lula había buscado hasta ahora en Barack Obama el milagro para su revolución del etanol, el que George Bush le negó y la UE le pone cada vez más difícil. Le prometió vehículos de flex-fuel brasileños y ser su introductor de embajadores ante Cuba, Venezuela, e incluso Argentina a cambio de compromisos ‘verdes’. No se ha cansado de hacer ver ante el mercado americano que el etanol brasileño -de caña- es siete veces más eficiente que el americano -de maíz- y hasta ahora, casi la mitad de barato en su producción. Pero los techos del azúcar han diluido sus ventajas; los Clinton le pidieron la ‘carga de la prueba’ de que las huellas de su ‘galope verde’ no destruye la selva y la Casa Blanca desde entonces le ha recordado que no hay sitio para la rebaja del subsidio de 54 céntimos de dólar por galón de etanol importado de Brasil.

El vecino del norte -primer productor mundial- está fascinado por el etanol y los biocombustibles, sobre todo porque ve en ellos una puerta para superar su dependencia del crudo en territorios poco amigos (Oriente Medio, Venezuela, Ecuador y Bolivia). Pero no tanto como para abrirle la puerta a las pretensiones de Lula. No, al menos hasta ahora. Brasil produce etanol a un costo aproximado de 0,83 dólares por galón, según el BM, mientras que el gasto en EE UU es de 1,09 dólares y en Europa 1,20.  Pero sólo Lula cree que debe ser etanol brasileño a base de caña de azúcar -menos contaminante- antes que el bioetanol de maíz producido en EEUU el que nutra el motor de los ‘sueños verdes’ de Barack Obama.

La EPA (la Agencia de Protección Ambiental) ha anunciado una nueva lista regulatoria del estandar nacional de combustible renovables, entre los que ha incluido el etanol de caña de azúcar y prevé que en 2022 de los 136.000 millones de litros de biocarburantes en EE UU, el 80% sean avanzados, la categoría en la que entra el etanol brasileño. El envío por parte de Barack Obama a Brasilia esta semana de su asistente para asuntos económicos internacionales, Michel Froman a negociar con el gobierno de Lula es la prueba de que la Casa Blanca asegura de verdad que no quiere una guerra comercial de subsidios con Brasilia, ahora que el Estado latinoamericano amenaza con aplicar las sanciones de la OMC con nuevas tarifas sobre los productos estadounidenses. Pero a pesar de las presiones de Growth Energy y 54 fabricantes locales, la  EPA acaba de aterrizar la euforia de sus sintonías: no decidirá hasta al menos dentro de unos meses si incrementar la cantidad de etanol de mezcla obligatoria por cada litro de gasolina hasta el 15%.

EN BUSCA DE NUEVOS MERCADOS

Por eso Brasil estira los tentáculos de sus biocarburantes allende las tierras cariocas. Aupado en el atractivo de los precios del etanol y los biocombustibles, Brasil ha penetrado a dos manos en las grietas energéticas de todos sus vecinos, importadores netos de hidrocarburos, aunque con el mercado de sus vecinos, también le crece el de sus competidores: el Gobierno de Colombia -que produce 1,1 millón de litros diarios de etanol a partir de la caña de azúcar, y 170.000 litros de biodiésel a través de la palma africana y es ya el segundo productor de etanol, sólo detrás de Brasil- pretende situarse a la cabeza de los productores de biocombustibles y ha puesto en marcha un agresivo plan para inyectar capital y crear políticas sólidas en el sector agropecuario que le permitan alcanzar una producción del 20% de biocombustible en 2012, producir 900.000 litros diarios de biodiesel para ser el número uno en el mercado de Latinoamérica. Y Perú invertirá para este año 200 millones de dólares para fabricar 120.000 galones de biodiésel al día, expandiendo la tierra de siembra a 50.000 hectáreas.

Pero el Ejecutivo de Lula acaba de acordar una planta de producción con Funes y de cerrar plazos de actualización con El Salvador sobre el pacto de Triangulación del Memorando de Entendimiento Brasil-EEUU, que le permite hacer llegar su etanol a través de exportaciones intermedias con Centroamérica. Los 24 estados de la región, gracias a las ventajas preferenciales  de 600 millones de dólares de la iniciativa de la Cuenca del Caribe se han convertido en el único atajo del vecino del Sur para hacer llegar el etanol a tierras estadounidenses de espaldas a los muros arancelarios que la administración demócrata no quiere derribar.

El TLC con Washington permite a Costa Rica acceso ilimitado de etanol originario y 31 millones de galones de biocombustible no originario. Y no son otros que los contratos energéticos los que sustentan la mayor parte del Tratado Bilateral que acaban de ultimar Calderón y Lula da Silva. Por primera vez, México se plantea un objetivo del 10% de etanol para sus 42.000 millones de litros de gasolina al año, una oportunidad a la que Brasilia quiere ponerle apellidos propios. Aunque aún no hay legislación que marque consumos obligatorios, Chile está comenzando las pruebas con vehículos flex fuel, le pisa los talones al modelo automovilístico brasileño y- al menos por ahora, para empezar- a sus biocarburantes. No es otra que Petrobrás la que capitanea el proceso en Santiago, aspira a relanzar las estaciones de Exxon –a la que compró sus operaciones en Chile- para expandir la comercialización del etanol. Las mismas huellas que sigue en Paraguay (donde a pesar de que en 2005 se estableció que la mezcla de biodiésel fuera del 5% en 2009 no se ha alcanzado por falta de suministro) y con Argentina. Petrobrás se sube en las tierras del tango a las zozobras de las azucareras tucumanas, hasta ahora lejos de los objetivos del Plan Nacional de Biocombustibles que los Kirhcner pusieron en marcha este año. No faltan los analistas y las empresas que han comenzado a sugerirle importar etanol brasileño.

Ni los acuerdos recién sellados con Pekín para producir a cuatro manos con Petrochina y distribuir en mercado asiáticos ni las expectativas de canjear la ‘pz del algodón’ con Washington a cambio de algún guiño al etanol brasileño son suficientes para sus galones, las inversiones previstas y el horizonte de su producción. En el Palacio de Planalto saben que será el ahora o nunca para un nuevo acuerdo comercial con la UE, miran a Moncloa, buscaban haberlo sellado de la mano de Jose Sócrates -su mejor aliado entre los Veintisiete- pero no se pudo. Menos aún en el seno de la última ronda de negociaciones de la OMC (donde Lula aspira a que los biocombustibles brasileños sean incluidos en la categoría de «productos ambientales» del Nuevo Tratado sobre Comercio Global), a pesar de que Meter Mendelson le ofreció entonces exportar más etanol  -1,4 millones de toneladas anuales a un arancel menor que el estandar del 40%) para desbloquear el conjunto de los pactos.

Ni Lula da Silva ni Marco Aurelio -su mano derecha para la estrategia internacional- esconden ya que sus expectativas esta vez llevan los apellidos de Moratinos y de Zapatero, al menos lo justo para que no prospere la propuesta del Elíseo y los productores franceses liderados por Tereos (que produce el 30% del consumo europeo) de colocar en el mismo grupo al biodiésel argentino y el etanol brasileño y gravarlos con nuevas tasas de entrada, al menos con barreras temporales que le impidan de facto ir más allá del 5% de la producción que consumen los Veintisiete. Pero la Comisaria de Comercio no confía en un final feliz para unas negociaciones de libre comercio estancadas desde 2004. Desde el Palacio de Planalto sólo tienen ojos para el horizonte 20/20 de la Comisión Europea, saben que antes de una década los Veintisiete tendrán que haber elevado hasta el 10% la mezcla de etanol y biodiesel en los carburantes. La UE, que produce esencialmente biodiésel, está atrasada en la producción de biocombustibles, pero Bruselas y los informes del EuroObservEr (El Observatorio Europeo de Energías Renovables) les recuerdan que no será tan pronto, ni se ha alcanzado, a la velocidad prevista (el consumo de biocarburantes descendió un 17% en el último año), ni, sobre todo, con los apellidos del etanol brasileño y el biodiésel argentino. No, al menos, sin que paguen los peajes de las vacunas al dumping.

La UE, que produce esencialmente biodiésel, es hoy el principal importador de biodiesel, provisto por Malasia, y de etanol, abastecido por Brasil y Paquistán. En Inglaterra ha comenzado a regir el corte obligatorio de los combustibles con un 2,5% de sus pares ecológicos, pero Reino Unido está evaluando producir etanol en Mozambique. Lula mira a la UE y a su programa recién sellado con Bruselas para la investigación de la segunda generación de biocombustibles y se anima con los euros, con Italia, los Países Bajos y los nórdicos en cabeza, que han acudieron al ´panal de rica miel´ lulista bajo el canto de sirenas de los 1.600 millones de dólares que el BNDES dedicó a financiar el sector sólo entre enero y abril de 2009. Amigos y socios sí. Inversiones a domicilio e investigación para la segunda generación de biocombustibles, también. Más que eso, ni con permiso de la OMC. La geometría de Abengoa se lo confirma: ya tiene tres plantas de fabricación de bioetanol en España, una en Lacq (Francia), otra en Rotterdam (Holanda) y cuatro en EE UU. Construye una más en Alemania, otra en Reino Unido y dos en EE UU.

LOS ATAJOS ESPAÑOLES A LA ESPERA DE GALP

Prometía, hace poco más de un año, hacer de Madrid y París las dos plazas fuertes del etanol brasileño en el Viejo Continente. España -líder europeo´ en consumo de bioetanol y el quinto en producción de biodiésel- estaba llamada a ser la tierra de las oportunidades para los planes del biodiésel brasileño, una alfombra roja con la que despejar la producción y aprovechar las grietas del primer productor y consumidor mundial de biodiésel -la UE produce el 75% mundial- ahora que el etanol brasileño se ha sentado en el banquillo de los acusados de la OMC y el FMI.  Además, el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero estaba llamado a ser el ‘introductor de embajadores’ brasileño en el primer semestre de la UE. Petrobras juró incluso que la pretendía Antonio Brufau. La necesidad del mercado está servida.

En base a datos de la Appa, el cumplimiento en materia de biocarburantes requerirá entre 2005 y 2010 una inversión acumulada de al menos 1.500 millones de euros por parte de la industria. Pero Lula y Petrobrás sólo han conseguido ponerse cómodos con ‘su revolución’ en el centro y norte europeos: no es otra que Suecia la que consume el 80% del etanol brasileño que llega a Europa. 2.000 millones de toneladas en el último año. Los muros del mercado español y los recelos de los supuestos aliados españoles han pesado más al sur de los Pirineos. Los estrategas de Petrobras eran los primeros en reconocer que los muros antidumping recién reforzados por la UE desde 2009 y las asfixias del sector nacional – las plantas de biodiésel y bioetanol, estuvieron el año pasado al 60% de su capacidad- no eran el escenario más cómodo para desembarcos más intensos.

El dumping y la erosión de las importaciones subvencionadas a bajo precio desde los EE UU coparon durante 2008 y parte de 2009 la mitad del consumo y han lastrado hasta ahora el despegue de los biocombustibles en España y nutren las distancias entre la capacidad instalada de biodiésel, que en 2008 fue de más de dos millones de toneladas, y la demanda del mercado local, que no llegó a 600.000 toneladas. Un horizonte que ni la reforma de la ley de la Ley de Hidrocarburos y el desarrollo posterior de la orden desde el 1 de enero de 2009 (con la obligada la mezcla de un 3,4% durante el presente ejercicio y del 5,83% en el siguiente) ni las medidas antidumping y antisubvención aprobadas hace un año por la Comisión Europea han podido aún revertir por completo.

Hasta ahora compensó la orfandad ibérica con las lanzas de Galp y EDP y con la producción de apellidos brasileños en una quincena de países africanos con destino al mercado europeo. Pero ni Petrobrás ni el palacio de Planalto se resisten a renunciar a España como el escenario de producción brasileña en Europa, menos aún el ‘caballero blanco’ del etanol brasileño ante Bruselas. Lula ahora trata de conjurar  las ‘maldiciones’ españolas. La de las inversiones, está a punto de consumarse en dos nuevas geografías: la visita del presidente valenciano Camps este mes a Brasilia y el Palacio de Planalto le acaba de despejar al brasileño Mario Garnero -el presidente de Brasilinvest y del Foro de las Américas- la puerta a un hub tecnológico en la ciudad del Turia, que albergará además su central para sus panes energéticos europeos y será -Garmero dixit- “la puerta de entrada a Europa para la importación de biocarburantes brasileños, sobre todo etanol”.

Busca ya socios locales, con el aval de Petrobrás. Y desde la visita del presidente de la Cámara de Comercio de Brasil en España, el Ejecutivo brasileño no oculta que busca de Canarias y sus empresas mucho más que nuevos acuerdos en la PAC brasileña y sus infraestructuras. Esperan antes de cinco años haber hecho de las islas una plataforma no sólo de sus inversiones sobre todo energéticas en África -el que Brasil ha empezado a convertir en su segundo campo de producción mundial de biocombustibles- sino un ariete para poder penetrar con productos brasileños (incluso los generados en territorio africano por empresas cariocas) por fin “sin obstáculos” desde la Zona Especial Canaria (ZEC) al mercado europeo, al menos al ibérico.

Al fin y al cabo ya han cruzado sus expectativas en Angola y en Senegal, el que el propio Ministerio de Economía español descuenta que será en menos de una década el “granero del biodiésel de Europa”, con una producción de más de 600 millones de litros al año. Las siete visitas de Lula en un año dan fe de que Brasil mira de nuevo al continente africano: viste de largo el desembarco que hace dos años entonó a media voz. Benín, Burkina Faso, Cabo Verde, Costa de Marfil, Gambia, Ghana, Guinea, Guinea Bissau, Liberia, Mali, Níger, Nigeria, Senegal, Sierra Leona y Togo tienen ya en marcha programas de producción de etanol de sello brasileño y padrinazgo británico que Brasilia espera destinar al mercado de la UE. Suecia se ha comprometido a comprar la producción de Ghana durante una década. De los 15 países africanos que estarían dispuestos a producir etanol con tecnología y supervisión brasileña (Benín, Burkina Faso, Cabo Verde, Costa de Marfil, Gambia, Ghana, Guinea, Guinea Bissau, Liberia, Mali, Níger, Nigeria, Senegal, Sierra Leona y Togo), en algunos de ellos ya se han iniciado las primeras inversiones de empresas de bandera brasileña.

En Ghana se ha inaugurado una delegación permanente de la Embrapa para supervisar los proyectos lanzados en la región. Y la constructora brasileña Constran ha invertido más de US$300 millones en la infraestructura necesaria para procesar anualmente entre 150 y 180 millones de litros de etanol a partir de la caña que se recoja en 30.000 hectáreas cultivadas. A Canarias -con empresas en cabeza como Yacar Green Power y Promegal y Petrobrás los ha empezado a hermanar ya Dakar y la jatrofa, una planta de producción más barata que el etanol y el biodiésel americanos, que comenzarán a producir en cuanto el Ejecutivo consume su nueva Ley de Renovables.

El brasileño sospecha que el desembarco en el Viejo Continente será por un puente surcado de aranceles, salvo que llegue de la mano de socios locales con los que esquivar los muros comerciales y fiscales para su biodiésel, diversificar, ahorrar, compartir riesgos, establecer plantas de producción en suelo europeo y hacerse con una catapulta con la que esquivar los aranceles. A falta de un arco de triunfo francés o español, a la vista de la competencia y de la sombra de la planta de Calahorra, el mayor productor mundial se cuela por las grietas de las alianzas lusas: sólo Galp se ha prestado a pasear a cuatro manos con Petrobrás la peana del biodiésel por los mercados de la Vieja Europa. Hasta ahora, sólo la lusa podía colgarse los galones de socia productora con Petrobrás y embajadora de  su revolución verde en el Viejo Continente. Lo suficiente para que Petrobrás vea en ella -y en la posibilidad de la compra de una mayoría de control- un horizonte energético mucho más amplio que el de sus hidrocarburos.

La portuguesa se hace querer, no hay nada formal sobre la mesa para el 33,3% que Eni posee en el gigante luso y no puede haberlo hasta enero de 2011, cuando venza el blindaje del pacto de accionistas sellado en 2005 para no alterar su peso en el accionariado sin consenso. Pero en la mesa de Sergio Gabrielli -el presidente de Petrobras- y en la del Grupo Amorim y la angoleña Sonagol (que controlan otro tercio), con permiso del presidente Jose Sócrates y el 7% que tiene el Estado portugués en la petrolera amasan ya nuevas bitácoras conjuntas. Por si acaso. Y muchas pasan por la geometría de los biocombustibles en un nuevo eje Brasil-UE. Al fin y al cabo, no es otra que Galp -que espera adelantarse en cinco años a las metas de la UE y realiza en España la venta de la mitad de sus carburantes- la que ha sostenido desde 2007 un acuerdo de producción conjunta de 600.000 toneladas al año con Petrobrás, de ellas la mitad prevista para exportar al mercado luso y el resto de la UE.

Fuente: ICNR

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