biocombustibles

Otra cara del proteccionismo

alietoguadagniEl autor dice que, en el caso de los combustibles verdes, se está «en presencia de otra faceta del antiguo proteccionismo agrícola». Si se eliminaran estas políticas, «los países que son eficientes productores de etanol y otros biocombustibles, podrían colaborar en la mitigación del cambio climático de manera más racional», afirma.

Alieto A. Guadagni. Ex representante por Argentina en el Banco Mundial
Como el uso de la energía se cuadruplicará para el año 2050, el mundo deberá volverse menos intensivo en emisiones de carbono para evitar desastres ambientales.

Los hidrocarburos y el carbón representan hoy el 80 por ciento del consumo mundial de energía. Estos combustibles fósiles son las principales fuentes de las emisiones de gases de efecto invernadero que causan el recalentamiento y el cambio climático.

Por ello resulta esencial el incremento en el uso de fuentes de energía renovables y alternativas menos contaminantes.

Precios

A fines de 1998 el petróleo se cotizaba a 9,10 dólares; cuando se escribían estas líneas el precio había superado los 50 dólares, un incremento del 400 por ciento.

Estos precios podrían alentar el cambio de una economía basada en los combustibles fósiles a una economía orientada hacia la bioenergía y esto sería una buena noticia para el futuro de la humanidad.

Hasta hace poco, salvar la brecha entre los precios de los combustibles fósiles y los costos de la bioenergía era una limitación para estas alternativas.

Pero a estos precios del petróleo habrá que rehacer muchas cuentas.

Señalemos además que es necesario tener cuidado cuando se comparan financieramente los biocombustibles con los combustibles fósiles, porque usualmente no se contemplan los costos y beneficios socioeconómicos y medioambientales (es decir, las externalidades).

Si los precios del petróleo continúan altos, los programas sobre biocombustibles tendrán buenas posibilidades de tornarse financieramente viables sin apoyo sostenido por parte de los gobiernos.

Doble discurso

Este año, en su mensaje anual al Congreso, el presidente Bush mencionó por primera vez «el serio desafío del cambio climático global», tema que viene preocupando de manera creciente a la opinión pública de los Estados Unidos desde el desastroso huracán Katrina del año 2005.

El caso es que este nuevo interés de la administración republicana directamente vincula esta cuestión del cambio climático con la seguridad energética de la nación, tema de grandes implicaciones geopolíticas y que constituye un elemento esencial de su política exterior.

El presidente Bush planteó un objetivo concreto: reducir en un 20 por ciento el consumo de petróleo para el año 2017, buscando así disminuir su dependencia de suministros petroleros de áreas políticamente inestables como el Medio Oriente.

La estrategia americana para reducir el consumo de petróleo contempla disminuir la utilización de combustible por kilómetro recorrido de los vehículos, pero la mayor responsabilidad en la reducción del consumo de petróleo recaerá sobre una mayor utilización de combustibles alternativos, como el etanol.

Algo parecido está ocurriendo hoy en Europa, pero cabe el interrogante sobre si estas estrategias apuntan en verdad a un mayor equilibrio ambiental o son un caso más de subsidios agrícolas distorsivos de la mejor asignación de recursos a escala global.

Brasil es hoy un gran productor mundial de etanol, elaborado a partir de la caña azucarera, con grandes producciones que vienen creciendo año a año, y que son rentables para valores del petróleo por encima de los 40 dólares el barril.

El gobierno del presidente «Lula» Da Silva ha proclamado su intención de avanzar en este tipo de combustible, que ya se ofrece en 30.000 estaciones de servicio mezclado con las naftas.

Sentido común

Según informes del BID, el etanol producido por Brasil es el más barato del mundo, ya que los costos en Estados Unidos son un 30 por ciento mayores y en Europa casi un 50 por ciento más.

Si el verdadero objetivo fuera mejorar el medio ambiente de la manera más eficiente, está claro que el etanol brasileño debería gozar de la libertad comercial de ser exportado sin trabas artificiales a estos dos grandes centros de consumo de combustibles, pero esto no ocurre porque Estados Unidos impone un arancel de nada menos que 51 centavos de dólar por galón a las importaciones de etanol brasileño, una medida que el Congreso de ese país prorrogó hasta el 2009.

La Unión Europea no le va en zaga e impone aranceles aún más altos.

Por este motivo, las exportaciones de etanol brasileño se orientan hacia Japón, país preocupado por cumplir con sus obligaciones con el Protocolo de Kyoto.

La pregunta que cabe hacerse es bien simple: ¿la utilización de etanol en Estados Unidos y en Europa está motivada por una genuina preocupación ambiental de lograr el objetivo de energía limpia de la manera más eficiente?

La respuesta es parcialmente negativa, ya que estamos en presencia de una nueva faceta del antiguo proteccionismo agrícola.

Lo que está influyendo hoy decisivamente en las trabas al comercio del etanol son los intereses de los agricultores del Medio Oeste de los Estados Unidos, que reciben subsidios millonarios para producir maíz, que es el insumo para elaborar etanol.

Por su parte, los productores de Francia y España impulsan los subsidios para las producciones agrícolas orientadas al etanol, que son ineficientes en Europa por sus altos costos.

Por todo esto, adecuadamente pudo decir Otaviano Canuto, Director del Banco Mundial por Brasil: «Hay un doble discurso con el etanol».

Si se eliminaran estas políticas proteccionistas, los países que son eficientes productores de etanol y otros biocombustibles, no solamente Brasil sino también otros países de Africa y América Latina, podrían colaborar con la mitigación del cambio climático de una manera más racional, es decir produciendo biocombustibles donde las condiciones naturales son más propicias y por lo tanto, los costos menores.

Por ahora las cosas no son así, de manera que las políticas de estímulo a los biocombustibles en Europa y los Estados Unidos son la nueva cara de las antiguas distorsiones agrícolas.

Además, se está perdiendo de esta manera la oportunidad de diversificar geográficamente la oferta mundial de combustibles, ya que las eficientes naciones productoras de biocombustibles no son países petroleros.

Fuente: Diario Clarin

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